28 abr 2011

Martes, 26 de abril de 2011

Santiago Roncagliolo, Ignacio Sanz, durante el acto.Foto El Adelantado.com

Esta tarde Oscurece en Edimburgo ha dado otro pasito. En realidad han sido dos, pero de uno no conviene que aún diga nada, puesto que no se han concretado algunos detalles que, según me han prometido, en pocos días tendrán solución…
Cuando regresaba a casa de la Tertulia de los Martes de hoy, venía preguntándome –después de haber enviado el mensaje múltiple que he mandado a mis seis ‘plumigos’- ¿Escribiría lo que voy a escribir de Santiago Roncagliolo (Lima, 1975) si su reacción hubiera sido diferente a la que ha sido?
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Esta tarde se celebraba la última Tertulia de los Martes de este curso. Hasta la segunda quincena del mes de octubre próximo no se iniciará la trigésima temporada de esta actividad cultural que sucede un par de veces por mes. El invitado que ha cerrado este curso, ha sido, como ya se habrá adivinado, Santiago Roncagliolo. En esta ocasión
ha sido Ignacio Sanz el encargado de presentar el acto.
En relativamente pocos meses es la segunda vez que tengo oportunidad de ver y escuchar al escritor en Segovia, pues en septiembre pasado fue uno de los invitados en el Hay Festival, compartiendo ‘conversación’ con el poeta y narrador vasco Kirmen Uribe. Para mi extrañeza no había tantos asistentes como yo me imaginaba, dada la enorme aceptación que esta actividad tiene en Segovia. Por ello me he apresurado a llegar con tiempo, y así tener buena ubicación en la sala. Esta anticipación ha permitido que haya sido presentado por Ignacio Sanz al escritor afincado en Barcelona. Y ha sido el primer momento muy agradable de este rato, porque Ignacio me ha presentado como otro escritor, otro colega, nada menos.
Durante el acto, SR ha hablado, sobre todo, de su última novela Tan cerca de la vida que discurre en Tokio. Para ilustrar su disertación, se han ido proyectando en la pantalla que dispone la sala una serie de fotografías que, según he entendido, había tomado durante la estancia en la capital nipona.
Santiago Roncagliolo.
Foto Norte de Castilla

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Mientras hablaba de su novela, iba desgranando otras circunstancias que nos hacían comprender la génesis de algunas otras de sus obras como Pudor, Abril rojo, El príncipe de los caimanes, etcétera.
En cuanto a la propia técnica del escritor –una de las razones fundamentales por las que voy a este tipo de actos-, he sacado algunas conclusiones. En realidad ha sido la confirmación de dos certezas que ya atesoraba. La primera –y creo que primordial, pues se ha referido a ella nada más comenzar su disertación- ha sido la necesidad imperiosa que tiene de observar todo cuanto acontece a su alrededor. Más aún, ha dicho que para él viajar es primordial, por cuanto exacerba más esa cualidad, como si estar fuera del propio entorno, propiciara que todos los resortes que disponemos para la observación se dispararan. La otra conclusión –que ya era una certeza asumida- es que es en los perdedores y en los personajes oscuros donde están los personajes realmente literarios. De los buenos y triunfadores poca literatura se puede hacer. Sobre este asunto quizá haya mucho que discutir, pero, a mi pesar, creo que no está muy desencaminado, pues probablemente en esas zonas de sombras es donde aniden las dudas, las incongruencias, los motivos ocultos que mueven a los seres humanos…
Al final del acto, y a propósito, -para qué negarlo ya-, me he demorado con la idea de comentarle nuestra aventura llamada Oscurece en Edimburgo. No se me había olvidado en estos días previos a esta Tertulia que él fue el encargado de escribir el primer capítulo en Internet de una novela colectiva que se ha intentado vender como la primera que se escribe de este modo. ¿Por qué no hablarle de nuestra experiencia? ¿Qué me lo impedía? Me ha parecido una persona cercana, asequible, directa. No ha llegado al limbo inalcanzable de los intocables y, además, se han producido todas las circunstancias precisas…
Ignacio ha estado hablando con una persona sobre un asunto que les competía a ambos en exclusiva. Así que me ha parecido oportuno preguntarle por esa experiencia colectiva… Según él, ha sido –o está siendo- un poco compleja y ya desea verla en papel, porque se va a publicar, parece ser, para ver el resultado final.
Era el instante.
Me he decidido.
Le he dicho que nosotros lo hemos conseguido. Que siete autores hemos llegado hasta el final, que ya existe el libro.
Y le ha llamado la atención. Me ha dicho que le gustaría tener el libro, que se lo hiciera llegar.
En ese preciso momento me he arrepentido de no haber llevado uno conmigo, sobre todo porque lo había pensado, pero al final me ha parecido de mal gusto presentarme con él, así que no lo he hecho.
Pero se ve que la fortuna estaba de nuestro lado.
Durante esta temporada, La Tertulia de los Martes, tiene, por así decir, una extensión en Cuéllar. Los miércoles por la tarde el autor invitado junto con quien lo presenta, se desplazan hasta la villa cuellarana, con lo que el invitado está hospedado, al menos durante una noche en Segovia. Así que he quedado con él en que mañana por la mañana le haré llegar un ejemplar de nuestra novela.
Y lo haré en persona, sin duda.
No es que quiera hacerme muchas ilusiones, porque luego el batacazo puede ser más gordo. Pero también he reflexionado que quien no se arriesga no obtiene réditos y que, por otra parte, SR no tenía ningún motivo para haberme pedido el libro. Podría haberse callado. Podría haber comentado que se pasaría por el blog. En fin, podría haber dicho cualquier cosa… o ninguna.
Tiene muy claro, y de eso también hemos hablado, que igual que se está arriba se está abajo, que igual que se sube se baja. Es consciente de que en este mundo no hay muchas cosas duraderas, todo es bastante efímero y voluble.
Su rostro, que no desmiente su edad, sonreía con afabilidad y con la cercanía propia de quien sabe que, aunque el oficio más fascinante sea contar historias, haber alcanzado cierta notoriedad en el mundo de las letras (un premio Alfaguara de novela no es precisamente algo para pasar desapercibido nada menos que en 27 países del mundo, sin mentar las traducciones), no le ha hecho olvidar que mañana puede ser un nombre prácticamente desconocido. Él, que cuando llegó a Madrid hizo de negro para algún escritor –según se dice en su biografía de Internet-, él, que tuvo que limpiar pisos para sobrevivir en la vorágine matritense, él, en fin, sabe de lo que habla, y parece que no ha olvidado de dónde viene… ni ha descartado la posibilidad del fracaso. Sin duda esto le hace más grande a mis ojos. Lo que más le engrandece.

7 comentarios:

Flamenco Rojo dijo...

Todos lo hilos que se toquen pueden ser interesante. Ánimo plumigos.

Besos y abrazos.

FranCCø dijo...

Sobresaliente "experiencia paralela" que has publicado en esta aventura que ha sido escribir Oscurece en Edimburgo y que ahora empieza a ser su promoción y venta. Felicidades Amando

Ángeles Hernández dijo...

http://angeles-piensoluegoescribo.blogspot.com/

Hoy me conformo con comunicaste la nueva dirección de " pienso luego escribo " por si quieres seguir cerca.

Gracias y un abrazo. A.

Ya admiraremos a este señor tan listo

Besos. A.

Isolda Wagner dijo...

Me imagino a Santiago Roncagliolo leyendo Oscurece... La idea brillante, a la persona oportuna y el momento preciso.
El texto, una vez más un placer.
Mil besos

Mercedes Pinto dijo...

"Todo es bueno para el convento", decía Santa Teresa, y que Santiago Roncagliolo reconozca vuestra obra mucho más; pero creo que "Oscurece en Edimburgo" ha tenido una "gestación" lo bastante dura como para que su alumbramiento resplandezca por sí mismo. Así que toda la ayuda es buena, naturalmente, pero sin ella también saldrá adelante; sois muchos los que le habéis mimado y dedicado mucho de vuestro tiempo, y estáis dispuestos a darle todo vuestro esfuerzo.
Mi enhorabuena a Amando por esta magnífica crónica y mi apoyo a todos en esta nueva etapa de vuestra obra.
Siete abrazos.

Ana J. dijo...

Ya sabes, Amando, que Roncagliolo me encantó en su novela Rencor.
Me parecería genial que nos respaldara pero, como dicen nuestros amigos, si no es así tampoco pasa nada.
Estupendo tu regreso a la Experiencia Paralela.
Un abrazo muy grande a todos

Ana J. dijo...

Me equivoqué: su novela, la que leí y me encantó, es Pudor. ¿En qué estaría yo pensando?
Otro abrazo fuerte