Me subí en él sin pensar, cogí el barco, inicié un viaje que parecía no tener rumbo, sin conocimiento, dejando que la aventura fuera la protagonista.
Escuchaba voces de deseos que preconizaban realidades utópicas.
Las aguas fueron más o menos tranquilas en todo el trayecto, algunas pequeñas marejadas que se controlaron con catorce manos dispuestas a colaborar y soltar amarras si era preciso.
Hoy fuera del barco es cuando realmente noto el vértigo, las primeras señales de la tormenta, en un escaparate, en una librería, el diario de a bordo de una ilusión hecha papel. Mis pasos se enlentecían, quizás por los temblores o por la emoción de verme reflejada en un sueño, en una hazaña real.
Me paré para ser más consciente y un tornado ha envuelto mis pasos. Iniciamos un viaje, el primero en el que se oirá el rugir de los truenos, donde empezaremos a divulgar nuestra maravillosa locura, el primero de una cadena de acontecimiento que harán que Oscurece en Edimburgo sea mucho más que un buen libro.
5 comentarios:
Querida Inma, no sé lo que sentirás tú, pero yo, desde fuera, siento algo parecido, así que te puedo entender. Como he dicho abajo, disfrutad de la ocasión y esperaré ansiosa tu crónica como parte del equipo tan extraordinario que habéis loogrado.
Un beso para ti sola.
No creas que no te entiendo, pero sé que eres buena marinera, y sabrás capear el temporal. Nos haces mucha falta, eres absolutamente imprescindible y tu tarea silenciosa de estos meses de atrás es impagable. Este barco desde el incio (y no tengo que recordarte que las primeras palabras de la novela son tuyas) está en manos de siete locos plumigos, tenemos capitán y nos dejaremos la piel. Seguro que el vértigo pasa. Es tan emocionante como son todas las cosas que queremos mucho cuando suceden por primera vez.
A mí también me gustan los barcos. Usas una hermosa metafora, Inma. Sabrás que se habla mucho de marearse navegando (mal de mer), pero al regreso de un largo crucero se produce este vértigo que dices (mal de terre).
Es el precio para la "maravillosa locura".
Sólo os digo que el grumete del barco también tiene cosquillas en la barriga. Suerte al final de la travesia.
Un abrazo.
Inma, ¿cómo lo haces para expresar tan bien nuestros sentimientos?
Gracias, compañera, amiga, guapa...
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