18 ago 2010

Solo he sido el Notario



Desde hace semanas, era simplemente un lector de “La Dama de la Callejuela”, que es el título provisional por los que algunos han apostado en este proyecto de novela. No me preocupaba porque llegara mi turno de escritura, siempre me he considerado una persona imaginativa y con recursos para la creación. Otra cosa es que así sea, lo importante es que uno mismo se lo crea. De lo contrario estás perdido, nadie te comprará la “burra”.

Cuando me llegó el turno de escritura (Capítulo 32) me dije: “Tengo tiempo, ya me llegará la luz”. Y así pasaban las horas, los días… esperando como en capítulos anteriores la llegada de la inspiración, del material que me permitiera crear un capítulo sorprendente, pero no llegaba… Empezaba a encontrarme incómodo, no quería ser el primero en renunciar y dejar paso a la siguiente Pluma diciendo: “Lo siento, me he quedado bloqueado”

Aunque es lícito y algo habitual en los creadores que este bloquea aparezca, no quería permitírmelo. La historia bullía en mi cabeza, las caras de cada una de los personajes aparecía en la calle, junto a mi butaca en la cafetería… El tiempo me ahogaba y no me sentaba a escribir. Pensaba que sería como en otras ocasiones, llega la idea y te sientas a desarrollarla. Pero no llegaba.

No había otra. Sentarse a currar. Lo hice. Releí el anterior capítulo y tras la última palabra del capítulo dije: Se trata simplemente continuarla, no voy a inventar nada. Está todo inventado. Y dejé que la historia me llevara, me convertí en la sombra de Escobedo y me confesó como se sentía en ese momento, compartió conmigo algo de su adolescencia y lo seguí en su camino fuera de la emisora, sin intervenir en nada.

Llegué con Escobedo a El Viejo Diván y les juro que yo estaba en medio de la conversación que mantenía con Walter, yo no hice nada en este capítulo, solo transcribir y narrar lo que estaba viviendo y me contaban los personajes.

Con ello he llegado a la conclusión de que estoy en medio de esta historia, que vivo dentro de ella, que los personajes están vivos y que son capaces de hablarme. Y por encima de todo, que la inspiración es solo fruto del trabajo.

Francisco Concepción (FranCo)



20 comentarios:

María dijo...

Pues ni te imaginas lo bien que lo has hecho, pegándote a Escobedo como su sombra, hemos descubierto a otro Carlos. Y la semblanza con las palomas, impresionante, ya he dicho en otro sitio, que aquí, hay una gran afición y os puedo asegurar, que es todo un espectáculo, ver a los palomos, intentando llevarse a la paloma a su palomar.

Isolda Wagner dijo...

Me ha gustado mucho tu explicación, los miedos y el dejarte llevar por los personajes. Lo creo porque lo cuentas, pero como sólo soy lectora, me parece alucinante este poder creativo.
Fantástico.
Besos para una pluma sóla,

Inma Vinuesa dijo...

ESO ES SER ESCRITOR, ¿verdad?.
Ayer el monitor de ajedrez de mis hijos les decía: ¿escucháis las piezas?, prestad atención, fijaros el caballo es el primero que quiere moverse, y el alfil, está deseando unirse a la dama, a ver, a ver, callaos un momento, está claro tocarlas un poco, sentirlas.
Me di cuenta que nunca sería jugadora de ajedrez porque no oía nada.
No hay nada mejor que vivir desde dentro y sentir desde dentro lo que uno hace.
Enhorabuena FranCo

FranCo dijo...

María existe en España una gran afición a las palomas. En Canarias es el lugar de españa que más licencias federativas existen. Yo aprendí algo de las palomas de niño por un tío que se dedicaba a ello en cuerpo y alma. Cuidaba más a las palomas que a sus hijos.
Imagino que será una afición que morirá, la paloma está vista altualmente como una plaga y requieren de mucho espacio y las casas actuales no se prestan a ello. Por lo menos en las ciudades.

Pero me alucinaba como un animal que nunca había estado en Marruecos lo trasladaban hasta allí, lo soltaban y llegaba estenuado al palomar, en muchos casos casi muerto.

FranCo dijo...

Inma, no escuchabas a las piezas porque no llevaste puesto el sonotone.

Ahora en serio, creo que el monitor decía mucha verdad. Te puedo asegurar que lo que cuento en este post no es literatura. Ha sido la pura verdad y creo que cuando cada uno de nosotros narramos algo, es que lo estamos viviendo o lo hemos vivido.

FranCo dijo...

Isolda, tu no eres sola lectora. Yo veo que escribes. Seguro que hoy fuiste a trabajar o al supermercado y serás capaz de narrarme lo que allí sucedió. Pero si lo quieres hacer literario solo debes mirarlo con ojos y oídos de escritor. No hace tampoco falta ser muy creativo. Puedes ser solamente notario de lo allí acontecido, tal y como he apuntado en este post. Escuchar un poco más y mirar un poco más dentro de los presentes.

Gracias por estar siempre tan cerca.

Amando Carabias dijo...

Francisco has experimentado en tus propias carnes algo que uno mismo ha experimentado tantas veces, tantas... Es algo extraño y maravilloso, todo al mismo tiempo.
Para mí significa un baño rotundo de humildad. Es como si en realidad uno fuera el instrumento, o el Notario que te sentiste.
Al final he llegado a la conclusión, y supongo que alguna vez ocurrirá que me falle, que hay que trabajar en silencio, tener las orejas y los ojos muy atentos, pero simplemente dejar que las cosas sucedan... Lo importante es el instante en que nos sentamos ante el folio (pantalla) y decimos: ahora!
Una fuerza emerge y te dejas llevar. Quizá sea imaginación, quizá la musa famosa, quizá una pura reacción lógica del cerebro. No tengo ni idea, pero es la parte maravillosa de este oficio, la parte por la que merece la pena todo lo demás: las preocupaciones previas, la rescritura, las correcciones, los nervios por lo que opinarán los lectores, el dolor de alma que te entra cuando te rechazan lo que ha nacido de ese modo... Al final nada importa. Ese momento, esas horas, esos minutos en que estás casi enajenado, porque no eres exactamente tú...
Gracias por este artículo...

Anabel dijo...

Lo que cuentas es tan real, tan verdad...

Supongo que todos los que escribimos nos hemos sentido así alguna vez. Y por esos momentos mágicos lo daríamos todo. Tampoco puedo decirte si son momentos de inspiración o de qué, pero sí da la sensación de que te están dictando al oído. Ésta es una sensación inexplicable y extraña para quien es ajeno a la escritura. Me ha sucedido en su máximo esplendor -por así decirlo- con la poesía. Sólo, un puñado de veces, pero, al acabar de "vomitar" los versos, casi en estado de trance, siento que me han dictado, que yo no he escrito eso. Son contados esos poemas, escasos, pero son mis preferidos y, estoy convencida, los mejores.

Con la prosa me ha pasado en muchos cuentos. La mayoría empiezan un camino y, al cabo de unos párrafos, se van por otros derroteros, me dicen los personajes qué he de escribir y, cómo no, me obligan a un final o a otro. Y, normalmente, nada tiene que ver con lo que yo podía haber planeado.

Hay dos cosas que Francisco y Amando habéis nombrado y que para mí son fundamentales: la observación (un escritor se ha de empapar de todo, nada le ha de ser ajeno) y el trabajo (no sé si fue Picasso o Hemingway quien dijo "que la inspiración te encuentre trabajando").

Tu capítulo es estupendo y este post el manifiesto de todo un escritor.

Un beso muy grande.

Ángeles Hernández dijo...

Querido FranCo:

Gracias por contarnos de una manera tan sencilla cómo ha surgido este capítulo tan bello.Al parecer por los comentarios todos estamos de acuerdo, incluso los mini-escritores como yo, en que algunas veces sólo hay que dejar fluir los dedos (la pluma) para traducir lo que nuestra emoción, quizás no totalmente consciente, nos dicta.

Esa emoción puede venir simplemente de un hecho ocurrido por la mañana, o tal vez de un recuerdo que ese mismo hecho nos desencadena, o de pegarse a alguien -Escobedeo por ej.- e ir plasmando como "un notario fiel " lo que se ve.

Pero...aunque simplemente se trate de plasmar una realidad observada, siempre estará la subjetividad del escritor como filtro que ve unas cosas y no otras e interpreta a su manera lo que tiene delante.
También su maestría para contarlo.

Notario sí, pero menos. Notario con gafas y "savoir faire" de FranCo

Estás inmerso en la historia y como tú, algunos más lo estamos, incluso los mirones y criticones.

Un abrazo Á.

FranCo dijo...

Gracias a todos, me alivia sus comentarios, veo que coinciden en gran manera con lo expresado en este post.

Empezaba a creer que estaba loco y que los personajes me hablaban. A muchos los han encerrado por menos

Amando Carabias dijo...

Pero los escritores tenemos coartada, jeje.

María dijo...

EL OFICIO DE ESCRITOR

Cuando veo (leo), el esfuerzo tan tremendo que es escribir y a la vez la satisfacción tan profunda que os produce, creedme si os digo que os admiro de verdad.

Yo, que en mi tierna y lejana infancia, era incapaz de escribir ni una redacción para el colegio, admiro a las personas que tiene el "DON" de crear y dar vida a personajes e historias.
Después veo, que tanto esfuerzo, tiene su recompensa en sí mismo, independientemente de que un lector diga: pues no me gusta, y de un soplo, tire por tierra todas vuestras ilusiones, pero volvéis a empezar, sin desfallecer. O tal vez, la Diosa Fortuna os favorezca y entonces ese mismo lector diga, mira que suerte tiene, vive como Dios, por haber escrito un libro.
Todo este rollo, es para decir que, os admiro, a vosotros y a todos los que con mayor o menor fortuna, ejerce el oficio de escritor, aunque para sobrevivir, tenga que compaginarlo con otra profesión.

Amando Carabias dijo...

Muchas gracias, María.
(Amando sonriente y con las pupilas un poquito vidriosas)

Anabel dijo...

Gracias, querida María.

Anabel (idem)

FranCo dijo...

María, no te escondas, yo veo que tu también escribes. La única diferencia es trabajo, trabajo y unos ojos y oídos despiertos. Sufrir, borrar, modificar y mirar más adentro de las cosas y de las personas que el resto.

No es tan complicado y tiene recompensa. Te lo aseguro. Adelante.

Flamenco Rojo dijo...

Nunca es tarde si la dicha es buena…uno de los múltiples refranes que aprendí de mi abuela Felisa en un patio de vecino del arrabal trianero, aunque la frase debería ser “nunca es tarde si la dicha llega” ya que no hay dicha mala. En cualquier caso amigo FranCo el capítulo te salió redondo y los comentarios a este artículo así lo constata…Doy fe.

Abrazos y besos.

FranCo dijo...

Gracias Flamenco, mediente este post solo pretendía animar a nuestros seguidores a escribir (que ya lo hacen expresando sus opiniones y puntos de vista) y compartir con ustedes lo qe me había sucedido. Estoy vieviendo en Edimburgo y me tomo las cañas en El Viejo Diván y veo calvos por tdos lados. En los últimos tiempos vivo otra vida.

Ana J. dijo...

He leído y releído varias veces este post y sus comentarios. Puedo decir que me siento identificada, pero no sería del todo cierto. Aunque tal vez se deba a una diferencia de matiz, a las diferentes formas que cada uno tenemos de interiorizar, intelectualizar y expresar nuestras experiencias.
Creo que tal vez mi experiencia sea terriblemente egocéntrica pero yo no me siento como un notario, no sigo al personaje, ni siquiera me siento muy capacitada para observar al que está en el supermercado o en la cola de la taquilla del cine o el que me sirve un café o la pareja que discute en la calle. No sirvo como detective -sería Deborah elevada a la enésima potencia- ni como cronista.
En cambio, me metamorfoseo en el personaje, escribo desde dentro de él, siento lo que siente, física y emocionalmente, pienso lo que piensa, digo lo que dice. Hasta que no puedo ser el personaje no puedo escribir sobre él.
Toda un trastorno de personalidad múltiple, supongo.
En cualquier caso, sea como sea el proceso de creación, lo cierto es que es una experiencia única, todo un privilegio. Y tener con quien compartirlo, el privilegio absoluto.
Un gran y múltiple abrazo

Isolda Wagner dijo...

Antes de entrar nuevamente en el capítulo, quisiera decirle a la 'joya Ana', que justamente has descrito tu manera de escribir como lo hizo FranCo. Él dice que está viviendo en Edimburgo y que va por las noches al Viejo Diván. ¿Te das cuenta? Asumís lo mismo con otras palabras: "hasta que no me siento metamorfoseada en el personaje, no sigo adelante". Anabel También repite: "es como si unos duendes me dictaran al oído" Y eso, precisamente, es lo que os hace escritores y que envidiamos, tanto, María y yo.
De ahí que me gustara, especialmente, este texto.
Amenazo con volver al capítulo.
Besos a los hecedores de historias.

Ana J. dijo...

Besos para ti, Isolda. Y un abrazo grande