6 ene 2010

Opción D


Vio a Deborah junto a su cama. Un orificio, renegrido e irregular, presidía su frente. No podía apartar la mirada del agujero, que parecía respirar cuando Deborah hablaba.
Con los ojos muy abiertos, Sophie se esforzaba por quitarse de la cabeza esa imagen que la aterraba pero, mirara donde mirara, Deborah se situaba en su área de visión. De su boca exangüe salían palabras deshilvanadas pero que al llegar a Sophie cobraban sentido.
Encendiendo más luces de las que eran necesarias, se levantó y se embutió unos pantalones y un jersey gordo y se dispuso a seguir las instrucciones que su difunta amiga le suministraba.
Condujo por una carretera secundaria que bordeaba el acantilado hasta llegar a un bosque, tan parecido con el de Hillwood, donde años atrás escondiera la caja con los recuerdos de su madre, que sintió cómo un sudor frío recorría su espalda.
Deborah caminaba por delante de ella, segura, con el mismo aplomo que mostrara en vida. Su hermosa cabellera flotaba a su alrededor, igual que sus evanescentes ropajes, y el orificio de salida asomaba entre el pelo como la boca de una cueva camuflada entre el follaje.
Sophie aferraba con fuerza el híbrido de amatista y ópalo que Jack había robado de las instalaciones de Purplestone y que le había entregado justo antes de desaparecer. Estaba muerto. Lo sabía. No precisaba verlo tal y como vislumbraba a Deborah para saber que lo habían matado: no tenía posibilidades de escapar al cerco de los mercenarios.
Al oprimir el híbrido, un fogonazo en su mente la deslumbró y no supo cómo atravesó el bosque. Como un autómata sorteaba los obstáculos, atajaba entre veredas, subía cerrillos poblados de árboles, hasta llegar a la cima de un acantilado sobre el fiordo de Firth.
Sintió algo semejante al vértigo cuando se asomó al borde y contempló el mar batiendo contra las rocas. En algún lugar cercano, bajo las aguas, el submarino aguardaba, dormido, con su buche de monstruo metálico repleto de gemas.
Se concentró. Pudo percibir el trasiego de las pequeñas embarcaciones que rastreaban la zona, el zambullirse de los buzos. Todo se le revelaba con destellos inconexos pero ciertos: Purplestone estaba allí y estaba a punto de conseguir el tesoro por el que tantos habían matado y muerto.
Serían los últimos.
En un último esfuerzo, sacó de la mochila que colgaba de su espalda un bloque mediano de amaopal y lo colocó frente a ella, sobre una roca. Con las palmas de las manos presionando el mineral, se concentró en la imagen submarina que perseguía.
La explosión se sintió a varios kilómetros a la redonda, el oleaje que levantó provocó que varios de los barcos de Purplestone zozobrasen, llevando al fondo del mar a sus ocupantes. El submarino y cuanto contenía había sido destruido, dispersado para siempre en el lecho marino. La fuerza de la deflagración alcanzó a Sophie, catapultándola sobre los árboles que tenía a sus espaldas. El dolor fue terrible, pero solo duró un instante. Después, en su cabeza se hizo la oscuridad.
Amanecía sobre el fiordo de Forth cuando Sophie recobró la conciencia.
Se alejó del lugar mirando de reojo el cuerpo que dejaba tras de sí, caído sobre el tronco de un árbol, y que se le parecía tanto.
A su lado, Deborah le sonreía, el orificio de bala ahora refulgente.
-Bienvenida a casa, Sophie. ¡Te he echado tanto de menos!

¿Volver a otro final?

 


3 comentarios:

Amando Carabias dijo...

Este final, al contrario que el A nos abre el universo para continuar, un viaje estelar, otros mundos, otros Purplestone, otro Greenstone, otro Geosync...
Podríamos intentarlo. Total, estamos tan acostumbrados a recalcular vehículos y novelas que esto no será mucho esfuerzo.
En caso de que mi favorito no venza, ésta sería mi segunda opción

Mercedes Pinto dijo...

Este final tengo que releerlo con más tranquilidad, no termino de pillarlo. Será por lo que dice Amando, que habrá que recalcular.

Ángeles Hernández dijo...

Tiene gracia este final: Sophie y Deborah por los submundos en plan Satacompaña.
Es muy original pero...

Deja sin tocar al resto del los personajes ,no sabemos si los encontraran nuestras amigas en el otro mundo o seguiran haciéndose faenas uno al otro en este.

Contrasta bastante con el estilo del resto de la novela.

Sería más bien el inicio de una segunda parte en el que partiríamos de dos amigas que ya no están entre los vivos.