2 oct 2010

Sin trampa en un hotel de Zaragoza.



Zaragoza, al menos el centro de la ciudad, era un hervidero de gentes con afán de envolver la noche en alegría y diversión.

Nosotros, los de 7 plumas, necesitábamos, aún, seguir apurando las horas que se nos escapaban como el río Ebro hacia el mar. Habíamos cenado junto con otro buen puñado de escritores aragoneses mientras contemplábamos una de las torres laterales de la Basílica del Pilar. La calle donde disfrutamos de la compañía de estos nuevos amigos, era estrecha y empezó a ser visitada por un vientecillo díscolo y travieso que enfriaba la piel, pero no llegaba a afectar a los ánimos.

Había sido el sábado una jornada intensa, de una agenda sin huecos, preparada con esmero por Anabel, Pilar y José Antonio. De todas estas cosas habrá que hablar en otro momento, porque sin duda de ningún género, en todo este proceso de la novela, y de 7 plumas, habrá un antes y un después a estas jornadas en Zaragoza. Por suerte, Anabel tuvo la ocurrencia de invitarnos a la capital aragonesa, y por una especie de necesidad ineludible, el resto acudimos a su llamada con la ilusión y determinación que otorgan la urgencia y el placer.

Gracias a la suerte, también, la reserva de las habitaciones se hizo a través de una página web que ofrecía como obsequio una copa de cava, en el momento en que quisiéramos.

El hotel, a las dos de la madrugada, era un recinto de silencio rodeado por los jóvenes maños con ganas de fiesta. Con ganas de mucha fiesta, convendría especificar. Y decidimos, a esas horas, hacer efectivo el obsequio del que disponíamos.

El capítulo 45 de la novela dormía en la parrilla de salida del blog esperando a la tarde del domingo. Su redacción me había llevado algunas horas fantásticas, ese tiempo en que por causa de algún milagro de difícil explicación, escribir una historia, o parte de ella, se convierte en ese placer que impide a los escritores dejar de serlo nunca y que engancha sin remisión. Ese momento por el que no te cambiarías nunca por absolutamente nadie. Ese instante en que cualquier otra cosa, además de una molestia, es banal, y por tanto inútil.

Francisco, más previsor que nadie, se había llevado un portátil al hotel, y decidió subir a la habitación a por él.

Y el grupo no hizo trampa.

Demostrando que en seis séptimas partes somos lectores, desde el mismo viernes en que nos montamos en la furgoneta que nos trasladó a Zaragoza, el resto de amigos ardía en deseos de conocer el contenido del capítulo. Y fue complicado para este escribidor mantener a raya sus ganas irrefrenables de contarlo, de compartirlo.

Como está sucediendo con esta novela, cada instante emerge con su propia rotundidad, cada suceso es una manzana que sólo cae cuando está lo suficientemente madura. Y había que publicar el capítulo. Francisco, previa anuencia del escribidor y de cada miembro del grupo, modificó la hora de publicación y el capítulo salió de su jaula, dispuesto a volar en medio de los pobladísimos vientos de Internet.

Para este grupo, la complicidad de los lectores está siendo uno de los mayores alicientes. Esta idea se repitió de mil modos durante el fin de semana. Y quizá por ello, quizá por esa necesidad de no traicionar a quienes con fidelidad admirable han seguido y siguen toda esta aventura, no quisimos romper ni una sola de las mínimas normas que nos hemos dado.

Entonces, sólo entonces, cuando cualquiera en cualquier parte también hubiera podido conocer el contenido de este capítulo, y, repito, para no romper la esencia de esta novela, leímos sus páginas. Francisco me regaló la oportunidad de poner voz a mis letras.

Como es fácil de imaginar, el bar del hotel sólo estaba ocupado por este grupo de locos que estamos disfrutando como niños, o como exploradores, de esta aventura. Las copas burbujeantes del cava seco, nos sonreían. Afuera, Zaragoza envolviendo la noche de juerga, era un decorado un poco fantasmagórico e irreal. Noté algo similar a un nudo en la garganta. Pero me sentí muy bien. Iba a convertirme en la pantalla parlante que transmitiría a mis compañeras y compañeros las letras que habían brotado de mis dedos días antes.

A medida que leía, notaba que el capítulo les gustaba. Y el nudo en la garganta se convirtió en emoción que me costó disciplinar. La atención se sentía en el ambiente silencioso. Hasta el sueño, que nos rondaba como un novio ansioso, se espabiló y se puso a escuchar mi voz. La boca se me secaba. (‘¿Por qué has escrito, tanto, Amando?’, me preguntaba a mí mismo mientras sentía cómo la lengua se pegaba al paladar).

A medida que avanzaba la lectura de los seis folios largos, sentí cómo Sapo sufría, sentí la ausencia de Deborah, cuyo cadáver aún yacía junto a esa playa de Edimburgo. Percibí las dudas de Sophie, su soledad, la mezcla de sentimientos que le produce la presencia de Jack, ese hombre que le ama. Escuché a Carlos conversar con la doctora Rose McDougall. Asistí a la escritura torpe de Sapo y a sus dudas y al momento en que se tragaba la nota…

Y después de que mi voz pastosa concluyese la lectura vinieron los comentarios sobre todo llenos de pasión. Todos tenemos la novela metida en los poros de la piel y eso se notaba en cada frase, en cada mirada, en el modo en que nos pisábamos las palabras unos a otros. En la atención con que escuchábamos a quien estuviera hablando...

Afuera seguía el trasiego de jóvenes en un peregrinaje imparable de local en local, o de calle en calle, muchos de ellos con las manos ocupadas por vasos de plástico cuyo contenido de bebidas pasaba a su estómago.

Eran casi las tres y media de la madrugada y decidimos ir cada uno a nuestra habitación. El cansancio ya era invencible. Además, en pocas horas nos volvíamos a Madrid, menos Anabel, y desde allí partíamos rumbo a Tenerife, Las Palmas, Segovia... Sin embargo, dentro, en el bar del hotel, veíamos cómo oscurecía en Edimburgo.

15 comentarios:

Mercedes Pinto dijo...

Me alegro de que vuestro encuentro haya sido tan grato, como no podía ser de otra manera, al fin y al cabo, hace meses que os conocéis de la manera más "desnuda", porque creo que la mejor manera de conocer a alguien es a través de sus letras. Imagino la emoción que habrá supuesto para los siete reuniros en esa hermosa ciudad y sentaros por fin en el bar de hotel para hablar de vuestro ilusionante trabajo. Ya veo que no vais a desvelar el contenido en sí de la conversación, o eso parece, pero no importa, tarde o temprano leeremos el resultado, y estoy segura que será la suma de vuestro empeño, ilusión, perseverancia y buen hacer.
No me cansaré de decirlo, escribir una obra de estas características es más que complicado para cualquier autor, y me sorprende que lo siete sigáis manteniendo el entusiasmo, lo cual garantiza un resultado con éxito.
Me alegra muchísimo vuestro buen entendimiento.
Felicidades por la crónica del sábado noche, Amando.
Abrazos para todos.

María dijo...

Como indica Mercedes, ha tenido que ser emocionante, estar juntos los siete. Y también doy por hecho, que no vais a contar nada de lo decidido, pero ¿Ni "una afotico" os habéis hecho juntos? ¿Nos vais a dejar, sin ver al ramillete de Plumas?. Por lo menos, actualizar el cuadro de capítulos, que se quedó, en 35 y ya van 45, a ver si de ahí, sacamos alguna pista. Besicos.

Inma Vinuesa dijo...

La ilusión no sólo se mantiene sino que ha incrementado notablemente.
Todos nos hacemos una imagen de las personas cuando no las has visto.
Solo os puedo decir que no me he llevado ninguna sorpresa, todos son maravillosos, humanos, entregados, apasionados, como me los imaginé y como se percibe en sus letras.
Todos contagian ese espíritu de unión y RESPETO.
Yo creo que hay un antes y después de Zaragoza, pero en mi vida, por haberos conocido.
Muchas gracias a los 6 este fin de semana ha sido un magnífico regalo.

FranCo dijo...

Amando, estupenda crónica. Eres mejor escritor que periodista, pues en ésta crónica se te derrama por momentos la pasión, mal asunto para un periodista. Aunque bien es cierto que no mientes en nada, describes muy bien esa vivencia. Momento de cava, amigos, madrugada zaragozana con la mirada de la Pilarica, efluvios de vino previo sincronizando con las horas prestadas del sueño.

Los seguidores, colaboradores y amigos apuntan que tras nuestro encuentro físico, guardamos secretos o cartas. Particularmente me gustaría, pero les puedo asegurar que sabemos tanto como ustedes. No sabemos como acabará esta novela. No ha existido fumata blanca. Seguiremos escribiendo capítulo tras capítulo hasta que la vela se acabe. Es cierto que hemos determinado el capítulo que acabará y será muy pronto.


También, creo, tenemos un posible título para la novela. Ése si que no lo vamos a revelar aún, paciencia. Y es que posiblemente cambie, ya sabemos como son estas Plumas, que asesinan por capricho y puede que al final no queden personajes y tengamos que titularla “Matanza en Edimburgo”, “Lío en Escocia”, “Minerales Malditos”…

Isolda Wagner dijo...

Ha llegado a mis oídos, que soy mejores personas que escritores. Cosa que nunca he dudado. Todos, plumas y añadidos, y eso es lo mejor de toda esta historia. Francisco sé de tu capacidad para poner en práctica cualquier idea y sé que 7 plumas será un éxito, igual que la paralela. Cuando se edite la novela, tendremos que reunirnos todos los amigos de los siete. Si hay que ir reservando sitio me ocupo, sin problemas.
Me alegro mucho de vuestro encuentro, viaje, charlas y risas incluídas y me dais una envidia que pa qué.
Besos a los siete, o nueve o diez. Por cierto, ¿no os pareció una voz preciosa para leer ese capítulo?
Gracias Amando por esta crónica.

Isolda Wagner dijo...

Es evidente que sois, perdón.
Más besos a los que sois.

Ángeles Hernández dijo...

Yo, como Isolda, me muero de envidia por el encuentro y me emciono cuando os imagino , primero saludandoos y más tarde hablando, comentando, dando ideas...: buen tema para otra novela.

Como nunca quiero perderme nada que de verdad me interese, esgta vez casi lo he conseguido con la crónica de Amando y vuestros comentarios. Mañana voy a visitar a isolda y a Mercedes,popondré un brindis por vosotros y por esta relación mitad profesional, mitad humana que se está forjando, que ya se ha forjado.

Me sumo a la idea de Isolda de que nos tengáis al tanto del día de lapresentación, para en un esfuerzo titánico organizar agendas y estar entre el público que os aplauda (primera fila por supuesto).

¿A alguien se le ocurre alguna idea sobre la visita a Edimburgo?, no está mucho más lejos que Zaragoza ( al menos no para algunos).

Felicidades, y un abrazo muy fuerte con el cariño de quien os sigue desde hace muhos , muchos meses Á

Flamenco Rojo dijo...

Me imaginaba y estaba completamente seguro que el encuentro iba ser un éxito…Vaya año llevas escribidor…En febrero el 1º encuentro del GAP (Grupo Amigos de Pavesas) en Sevilla y ahora la 1º reunión del ESP (Escritores de Siete Plumas) en Zaragoza…Auguro una próxima asamblea del GASP (Grupo Amigos de Siete Plumas) con un único tema del día: Presentación de la novela “All killed her and she died alone” o lo que es lo mismo “Entre todos la mataron y ella solita se murió”…jajajaja.

Abrazos y besos.

Isolda Wagner dijo...

Flamenco, siempre nos haces reir! ¡Qué bueno! I´ll stay with the fly behind the hear, until the end.
Nada es lo que parece y con estos siete, menos.
Una 'afotico' estaría muy, muy bien para poneros cara a todos.
Besos a todos.

Ana J. dijo...

Que no cunda el pánico, que afoticos hay en cantidad. La calidad es penosa, pero captan muy bien la alegría que se respiró estos días.
Internet mediante, hoy se las envío a FranCo y él que haga el abracadabra para que las disfrutéis.
Chicos, no sabéis qué ganas tengo de que nos veamos en Edimburgo... o donde sea porque esta ha sido una experiencia inenarrable, aunque bien que lo intentaremos, para compartirla con todos vosotros.
No quiero repetir lo que han comentado Amando (eres un fiera, Amando, esta crónica es pluscuangenial), Inma y FranCo, pero es que ha sido más que emocionante conocernos todos en persona.
Es cierto que no me he llevado grandes sorpresas, ha sido como volver a ver a los amigos que por circunstancias ves de tarde en tarde, pero experimentar que es cierta la impresión que tenía por cómo nos hemos ido relacionando en la red, ha sido muy importante y, al menos en mi caso, creo que en el de todos, ha creado unos lazos de verdadera amistad.
Ahora nos queda seguir en esta aventura y en las que vendrán con el impulso que este encuentro nos ha dado.
Ha sido el mejor regalo que podía haber imaginado y, una vez más, no puedo dejar de volver a agradecérselo a Anabel, que destapó la caja de los truenos y consiguió que le lloviéramos todos en Zaragoza.
Un beso muy grande a mis seis compañeros y otro enorme a todos los comentaristas.
Estoy segura de que nos conoceremos todos en vivo y en directo. Espero que pronto

Anabel dijo...

¡Qué envidia, plumíferos! Cómo me hubiera gustado estar ese hall del hotel escuchando de voz, de la estupenda voz de Amando, su último capítulo...

No debo quejarme: los dioses han sido generosos conmigo y me han concedido un deseo que ni siquiera creí que pudiera llevarse a cabo: juntarnos los 7.

Y yo sí que me he llevado sorpresa: sabía que estos chicos eran buenos -tanto como escritores, como personas-, pero no podía imaginarme hasta dónde.

El próximo encuentro, que lo habrá pues Francisco ha dicho que sí, ha de ser más largo y hemos de juntarnos muchos más, ¿verdad familia?

Ángeles Hernández dijo...

Of course Anabel, allí estaremos.

Anda que no tengo yo ganas ni na de conoceros. Avisad con un poco de tiempo por aquello de las guardias.

suertudos, que sois unos suertudos. Á

Dácil Martín dijo...

Quería confirmar y añadir que la visita a Zaragoza tiene nombre: "encuentro". La ilusión, la fantasía, la imágen o idea que se hacía uno sobre la amistad, el respeto, el crecimiento del corazón al que se le hace hueco para que quepan los amigos, se cumplió. Por fin, el deseo se hizo realidad, se hizo encuentro.
Gracias a todos porque me han hecho sentir muy dichosa, tengo el recuerdos de estos días guardados en la zona especial de mi memoria.

Si trampa, sin red, nos tiramos por un tobogán y aterrizamos en Zaragoza para recoger de la mano a Anabel y sus amigos, y seguir danzando por las calles de la amistad y la literatura.

Y acordándonos también de nuestros empedernidos lectores, imáginandolos en un futuro "encuentro".

Besos

Marcos Alonso dijo...

No es cierto que "vale más una imagen que mil palabras". Las tuyas, Amando, transmiten todos los matices y colores de esa mágica noche, como si fuera un aquelarre, donde los brujos y brujas contemplábamos poseídos con la vista perdida y los ojos enrrojecidos, por el cansancio y el sueño, a nuestro druida, de voz sonora y precisa, mirando, a modo de bola de cristal, un pequeño portatil de donde surgían poderosas frases y palabras que desvelaban la historia de la joven Sophie. Por cada pausa de Amando, el espacio de la Recepción se llenaba de un silencio acristalado, por donde ascendían y bajaban, corrían y parecían volar jóvenes que con copa o botella en mano reían y gritaban, como si compartiera con nosotros nuestra alegría contenida. Rodeábamos a nuestro druida en las cómodas sillas del hotel, en una de ellas estaba Anabel, que aunque no se viese estaba con nosotros, por fin la habíamos encontrado tras tan largo periplo. Ahora cuando sólo quedan flases de un fin de semana en Cesareagusta la sonrisa nos traiciona en cualquier momento y en cualquier lugar, al recordar aquellos momentos donde se proyecta intensamente la luz de la amistad.

Amando Carabias dijo...

Ya lo habéis dicho todo. Mil millones de gracias. Me está emocionando mucho todo esto