Ana J., muy raro en ella pues es moderada en todos sus comentarios y de pensamiento avanzado, me insinuó que el título del proyecto “7 plumas” se las traía. Y tengo que darle la razón. Pero cada día que ha pasado pienso que el título es acertado, pues lo apropiamos y nos resulta familiar y nuestro desde el primer día. Buscaba un nombre fácil y corto, a lo sumo tres sílabas, y mentiría si digo que le dí muchas vueltas. Un nombre que para personas como yo, con problemas de memoria, no me planteara problemas. Es obvio como llegué a este nombre, casi sin tiempo pues me había comprometido a tener el blog disponible en una fecha y tenía que cumplir, y lo rumiaba mientras sentado frente al ordenador le daba imagen al proyecto. No tenía tiempo de crear un debate para elegir nombre. Siempre he tenido malas experiencias en ello. Es una de las cosas más complicadas de concensuar y casi siempre es secundaria. Planteándose mil propuestas que te meten en un callejón sin salida.
Aún así, cada día estoy más convencido del acierto (ya sé que no tengo abuela, lo siento), aunque las plumas siempre han estado ligadas y su significado al amaneramiento y a las conductas masculinas afeminadas y locuelas, existen muchos más significados para las plumas (25 aproximadamente), que hace que podamos sacar muchas conclusiones del posible trasfondo que existe tras 7 Plumas. Pero no podemos dudar que la profesión de escritor siempre ha estado atada a la tinta y a la pluma, aunque ya no manchemos papel y solo aporreemos teclados.
Ahora me preocupa el título (es mentiras, no me preocupa un pimiento), pero era una forma de empezar este párrafo. ¿Qué les parase si para ponerle un título a la novela empleamos el mismo sistema de sorteo? Al que le toque será un afortunado y diana de críticas seguro por su elección.
¿Se acuerdan cuando hablaban de novela con complejo y dudas denominándolo serial, relato por entregas y cosas parecidas? Ahora se habla de NOVELA sin complejos. Si es que no hay nada mejor que la motivación.
6 comentarios:
Anoche, Catherine comentó en Pavesas, si se nos podría llamar plumeros, le aclaré que mejor plumíferos, pero que eso era un tanto despectivo.
El título del blog es genial, y parte de su genialidad radica en esa polisemia.
Sobre el título del relato, que tampoco me preocupa, lo del sorteo podría servir, pero mejor más adelante.
Ya sé que andamos todos muy ansiosos, pero conviene paciencia.
También se me ocurre la opción contraria. O sea que el título se decida teniendo en cuenta diversas sugerencias, no sólo la de las 7 plumas...
Pero más adelante.
A mí el título me gusta, quien quiera encontrarle tres pies al gato se los encontrará, pero eso pongamos el título que pongamos. Así que creo que no hay que darle más vueltas al tema.
Lo que sí hay que darle es las gracias a FranCo por su enorme currelo.
Un aplauso para FranCo. Vamos, todos, en pie.
Anabel, la Cuentista
Uf! Qué susto! Cuando leí los comentarios en mi correo pensé que proponíais que la novela se llamara "Cuánta pluma junta"!
Yo sigo creyendo que el título tiene que obedecer a la acción de la historia y que condiciona lo que pueda pasar.
Ahora bien, si estamos dispuestos a incorporar 7 cosas relacionadas con las plumas (eso de que haya 25 acepciones me parece, cuando menos, consolador), pues vale.
Lo del sorteo, muy Salomónico y es una buena solución. Pero sacad mi número del bombo, please, que los títulos no son lo mío.
Una cosa hay que reconocer: cuando FranCo se propone algo lo consigue, y siempre termina convenciéndonos. Es un líder y, sin que parezca esto una secta o un partido fanático, nuestro guía espiritual. Así que me pongo en pie, como dice Anabel, y aplaudo.
Igual que ha puesto en marcha esta experiencia, ha acertado con lo de la novela y, para mí, también ha acertado con el nombre de "7 plumas".
Ya no nos podemos llamar de otra manera. Ahora los esféricos nos hemos vuelto plumeros o plumíferos, como nos aclara Amando, y algo de razón tendría ese afeminamiento por la sencilla razón de que predomina las mujeres entre los hombres y todo lo que ello conlleva. Pero a mí me gusta más otras connotaciones, me sugiere, por ejemplo, las plumas que llevan algunos pueblos que conservan sus costumbres ancestrales, convirtiéndonos de esta manera en una tribu.
Si, somos una tribu y tenemos a nuestro jefe o cacique, nos hemos convertido en hermanos de sangre o de tinta y todos remamos en esta canoa río arriba, en medio de las corrientes y otros peligros, hacia un lugar desconocido pero con los rostros pintados, sonrientes y cantando al son de los tambores.
Mira Marcos, no insistas que no voy a pagar las copas.
Aunque con tus palabras me siento comprometido por lo menos a invitar a la primera. Pero que conste que de ahí no paso.
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