13 jul 2010

El Hilo de Ariadna (Resumen para no perderse en el relato)


Resumen hasta el Capítulo 40

Sophie Matthews es una joven de 25 años que cojea acusadamente a causa de un defecto en el pie y padece de ataques de asma de origen nervioso. Vive con su abuela matena, Amy Joyce, pero casi aislada en Edimburgo, aunque en realidad nació en Cramond suburbio próximo a la ciudad. Su carácter es introvertido y detesta que los desconocidos se acerquen a ella. En la taberna El viejo diván suele pasar las tardes, observa a la clientela y se dedica a pegar recortes de prensa, como uno que narra la agresión producida a la salida de otra taberna, o el texto de un mail que ha enviado a su amiga e investigadora Deborah Sullivan, o escribe versos, todo ello en su cuaderno que guarda en su maletín de ejecutivo. Mientras se acerca a la parada de autobús, ve una silueta que siempre ha sentido como una amenaza, lo que le obliga a cantar un tema tradicional escocés para alejar ese miedo. Desde una ventana de un edificio, Edward McCulligham observa el modo de caminar de la chica, antes de salir para el geriátrico.
Los viernes Sophie cambia su itinerario y se dirige a la calle Victoria donde se ubica Radio Britannia FM, emisora local propiedad del único extraño que ha roto su aislamiento, gracias a su capacidad de seducción, el español Carlos Escobedo. Allí dirige un programa nocturno, "La Dama de la Callejuela", basado en llamadas telefónicas de los oyentes en la que cuentan sus penurias y sus fantasías, que realiza desnuda y comienza con una masturbación en directo. En este programa Sophie se torna en La Dama y allí se muestra deshinibida, dura y despótica.

Jack Donaldson, jefe de Sophie, tiene un encuentro sexual con Amber prostituta que, como Sophie, cojea.
Después de una reunión de trabajo con un grupo de empresarios japoneses, Sophie se reúne en El viejo Diván con Deborah al objeto de acelerar una investigación que le tiene encargada desde hace diez años. Tras unas cuantas horas, muchas cervezas y algunas confidencias, llega borracha a su casa donde sufre una pesadilla, su pesadilla, aquella en que aparece atada a un carro. Cuando despierta, echa mano de su cuaderno y relee el titular de otra noticia de prensa antiguo: “Desaparece un matrimonio de un pequeño pueblo sin dejar rastro alguno”.
Edward McCulligham era la única persona en el mundo que podía saber la verdad completa de Sophie. El único que había sido capaz de averiguar que ella era aquella niña que un callejón de Cramond fue la última persona en ver a sus padres antes de su desaparición y que con los años se había convertido en la Dama de la Noche. Pero esta vez por mantener el secreto exigiría recompensa. Por fin, tantos años después, volvió a encontrarla en otro callejón, en el callejón donde él vivía y se produjo el primer encuentro, ése que estaba anhelando desde hacía años. Tras una conversación en la que Sophie descubrió que su sensación sobre las extrañas siluentas de la callejuela, era compartida por muchas personas, incluso durante el día, la joven accedió a subir a casa de Ed, y allí se produjo el encuentro sexual que tanto anhelaba el hombre. Después de que la chica abandonase la casa, Edward también sale y en el portal se ve sorprendido por la aparición de un misterioso personaje que parece salir de las sombras: un hombre calvo y grueso que emite un hedor insoportable... Al día siguiente Sophie no acude al trabajo. El encuentro con Edward, sin embargo, reabre ciertos miedos y recuerdos en el corazón de la joven, que empieza a barajar la posibilidad de regresar a Granada, donde estudió parte de su carrera, gracias a la influencia de James Smith, que había sido compañero de sus padres, John Matthews, y Lauren Joyce, en la Unidad de Investigación de Parapsicología de la Universidad de Edimburgo . Deborah le acerca en coche camino de Cramond, pero antes de llegar a su pueblo natal la deja junto a un bosque con la promesa de recogerla unas horas más tarde. Sophie ha decidido acercarse hasta el bosque de Hillwood, porque la reaparción en su vida de Edward, precipita los recuerdos del día en que desaparecieron sus padres, y teme, pues el hombre estuvo a su lado aquellas duras jornadas, que su vida pueda correr peligro. En el bosque la joven piensa sobre muchas cuestiones de su presente y su futuro, mientras busca y encuentra una cajita que había enterrado junto a un árbol en la que hay diversos recuerdos de su infancia, entre otros una carta escrita por su madre.
Entretanto Carlos Escobedo intenta localizar a Sophie. El programa radiofónico crece en audiencia, y los comentarios sobre él en toda la ciudad son cada vez más intensos. El misterio sobre la persona de La Dama de la noche se convierte en la comidilla de Edimburgo y aledaños. Tanto que hasta los inspectores de trabajo presionan a Escobedo para que éste revele la identidad de sus trabajadores. El español quiere proponer a la joven que el programa se convierta en diario. El fax de la emisora escupe una noticia emitida desde una agencia informativa local: una joven de unos treinta y cinco años ha sufrido un accidente de tráfico que parece grave en la carretera de Edimburgo a Cramond.
Sin embargo, desde el interior del bosque, Sophie no puede escuchar las sirenas de la ambulancia, y cuando regresa a la carretera donde se había citado con Deborah, ésta no aparece sin que la joven conozca la razón. Jack, como tantas otras tardes, se queda a avanzarr en el trabajo pendiente de la oficina. Mientras escucha música de Apocalyptica, por casualidad encuentra el cuaderno de Sophie quien, inexplicablemente, se ha olvidado de él, probablemente por primera vez en su vida. Durante unos instantes duda abrir o no sus páginas, pero al final le puede la intriga y el deseo de conocer más a fondo a esta mujer. De su interior se desprende un viejo recorte de periódico en el que se habla de la desaparición de un matrimonio sin dejar rastro y otro en el que se informa del hallazgo dentro de un contenedor de basuras del cuerpo de una prostituta. Aparecen más recortes, anotaciones a puño y letra de la joven... Entre tanto Sophie se desespera por la tardanza de su amiga. La noche llega y decide caminar junto al arcén carretera adelante. Siente que todo está saliendo rematadamente mal y el miedo comienza a invadirle. En esos instantes un vehículo se detiene a su altura ofreciéndole su ayuda.
Entre quedarse sola en mitad de la noche o montar con unos desconocidos decide esto último. Los ocupantes del vehículo son una joven ex compañera de Sophie, Lynne Campbell y su novio Ian. En cuanto se dan a conocer la conversación se hace divertida. Sophie descubre que Lynne ha trabajado en España, en Sevilla concretamente. Y descubre algo más interesante para sus preocupaciones: una semana antes de la desaparición de sus padres un grupo importante de militares rondó por Cramond. El tío de Ian, que también era militar (en la actualidad en un geriátrico de Edimburgo), conocía al mando de más graduación, por eso tenía esa información ... Quizá por esas revelaciones, aquella misma madrugada, Sophie no pudo dormir y se dedicó a rebuscar entre todos los papeles. De pronto recordó el nombre de Culross, aquel lugar del que le hablaba su padre, donde había unas minas de sal, y el edificio del Ayuntamiento que investigaban sus padres, allí encerraban a las brujas que luego condenaban a la hoguera en Edimburgo.
A la mañana siguiente, mientras Jane completa una felación a Jack, Deborah llama por teléfono a este hombre para comunicarle que ha tenido un leve acciedente de tráfico, lo que exaspera al jefe de Sophie que mantiene el contrato que su padre, Thomas Donaldson, había suscrito con la detective para controlar todos los movimientos de la joven de Cramond. Por suerte, el accidente es leve y Deborah sale del hospital, preguntándose aún cómo era posible que aún aguantara a ese tipo, cómo era posible que siempre se fuera a enamorar de la persona equivocada. La conclusión era la misma de siempre: el dinero. Por él aceptó el contrato inicial del padre de Jack de seguir a la abuela de Sophie. Por él aceptó seguir a la propia Sophie. Pero no sólo eso, había aceptado más, había aceptado la propuesta más miserable de Jack: ofrecerse a la chica y su abuela para encontrar el rastro de sus padres desaparecidos. Pero ella bien sabía que en el fondo, no sólo había sido por dinero.
A la mañana siguiente, una vez cargado el móvil, Sophie recibe una llamada de la policía que le informa de la aparción del cadáver de Edward. Junto al cuerpo inane había una nota con una extraña frase y su número de teléfono. Una amazonita, atravesada en su laringe, ha provocado un vómito de sangre que la ha provocado la asfixia. Esa parece la causa de su muerte. La nota dice: "Brota ya sangre en su garganta de piedra". Por su cabeza corren pensamientos que relacionan de inmediato con el geriátrico, donde trabajaba Edward, con el tío de Ian, militar de alta graduación, con piedras preciosas y sus propiedades mágicas, las mismas de las que le hablaba su madre, con el poder de vencer el miedo que otorga la amazonita si se sitúa sobre la garganta unos minutos, pero no en su interior. También recuerda varios recortes de periódicos en los que las piedras preciosas y yacimientos son común denominador. Tiene que volver a unir datos a la luz de este nuevo hecho, pero se da cuenta que se ha dejado la libreta en la oficina, por lo que regresa hasta allí. A punto de acceder al local percibe otra presencia, por lo que decide esconderse y desde allí esperar. La fiebre comienza a adormecerla hasta que del sopor pasó a quedar profundamente dormida.
Unas horas antes, Deborah había recibido la llamada de uno de sus colaboradores, apodado Sapo, que le comunicaba la muerte de Edward, que Sophie estaba siendo interrogada por la policía y que en el geriátrico Persie ya tenía noticia del asunto. Sapo era el vigilante secreto que la detective había puesto sobre cada paso de Sophie y Amy para completar las informaciones que se le escapaban a Deborah. Dolorida aún por el accidente de la tarde anterior, Deborah decide ir a la oficina donde trabaja Sophie. Previamente se encuentra con Lesie en el Viejo Diván y con ella se intercambia la ropa. Ya en la oficina descubre el cuaderno, tal y como le había asegurado Jane. Lo lee con detalle. Se encuentra con titulares de periódicos, dibujos (uno de ellos le emociona hasta el llanto pues le representa a ella), y frases misteriosas. Especialmente le llamó la atención la última: “Entre los juncos la dama danzó la canción de la muerte, y en su rostro el violeta”. En ese momento oyó pasos por la escalera y decidió apagar la luz y salir de la oficina, antes de ser descubierta.
Cuando Carlos Escobedo entró en el Viejo Diván, además de la pinta, Walter le entregó una nota de parte de Deborah.
Entretanto el sueño de Sophie se trunca por una llamada de teléfono de Amy que está preocupada tras la salida intempestiva de su nieta. Ésta le informa de la muerte de Eddy, y a su vez la abuela, le cuenta la extraña visita de Lynne Campbell. Al escuchar este nombre, la joven recuerda repentinamente que olvidó la cajita desenterrada en el bosque de Hillwood dentro del coche de Ian, y al mismo tiempo, le vienen a la cabeza algunas frases de su contenido. Cuando Sophie da con su libreta se da cuenta de inmediato que alguien ha leído su contenido.
Una vez que Carlos Escobedo recibe la nota, intenta descubrir algo más de la mirada de Walter, el camarero de El viejo diván. Pero éste es un veterano profesional del que no saldrá ninguna información. De vuelta a la emisora, el español hace caso al contenido de la nota, y a pesar de lo que piensa sobre el atrevimiento de Deborah, llama al número de teléfono indicado. En la tensa conversación que se produce, la detective solicita del hombre que le permita asistir en directo a la emisión de un programa de la Dama de la noche. Ante la primera negativa masculina, descubre que conoce más cosas de Escobedo de las que éste podría imaginarse: "También se mucho sobre ti, de tus negocios en España, la que montaste en la OMS y de tu modus operandi". El hombre decide invitarla a cenar al día siguiente en el Castillo de Edimburgo, donde se celebra una jornada turística de puertas abiertas.
En el momento más tenso de la cena, Deborah y Carlos ven a Jack acompañado por una elegantísima Sophie. Esta aparición de su amiga acompañada por los dos japoneses, los señores Takeda y Kawabata, altera toda la conversación que se había tornado seria y tirante. La detective no entiende la razón por la que la joven, que tanto repite odiar a su jefe, esté allí con él. No sólo no lo entiende, sino que siente celos de esa presencia, pues, en secreto, ella desea a Jack. Del mismo modo, el español, queda sorprendido por esa aparición. Ambos desconocen que Jack le ha rogado a su empleada que acudiera a la cena por cuestión de negocios, para que le ayude con su deficiente japonés. A cambio, le ha insinuado unas posibles vacaciones en Japón. Ante semejante propuesta, Sophie acepta. También ella queda sorprendida de ver a su amiga con Escobedo. Después de unos saludos protocolarios entre los cuatro (lo que supone que al fin Carlos es presentado a Jack), Deborah cambia de actitud hacia Escobedo, quien percibe de inmediato el hecho, así como el interés que la situación de ambos ha despertado en Sophie, quien se siente dolida por lo mal que le trata la vida, por los éxitos de su amiga que consegue cuanto se propone, incluso el inasequible Escobedo. La detective decide un flirteo evidente con Carlos, sin abandonar su trabajo y demuestra que tiene información comprometedora contra su compañero de mesa: un ingreso de 750.000 euros en una cuenta en Ginebra. El trato propuesto por la detective es sencillo, no hará nada con esa información, si Escobedo decide conducirla hasta sus jefes, entretanto, por qué no divertirse. Carlos decide aceptar la insinuación y tras las horas de pasión, mientras reflexiona sobre lo fácil que hubiera sido matar a la mujer, una vez que quedó dormida, abandona la habitación del hotel. Ya en la calle telefonea y ordena que borren todo el rastro español.
Al día siguiente Sophie, inundada por la melancolía, se siente vulnerable y recuerda que Carlos, su verdadero amor, es quien le ha puesto delante de sí misma y le ha dado la fuerza de la palabra. Estos pensamientos le sumen en un mar de recuerdos que alertan a Amy sobre el verdadero estado de su nieta, que intenta tranquilizarla. Sophie no acudirá al trabajo pues le han dado el día libre, después de aquella cena de trabajo. Pero para su abuela no es suficiente excusa. Bien sabe ella cómo se siente su nieta. No puede evitar los recuerdos de su propia juventud, cuando en 1945 apareció en la playa el cuerpo de Herman Meyer,  que luego se convirtió en Herman Joyce. Desertor nazi que se integró perfectamente en la vida del pueblo, del que se acabó enamorando, y con quien se casó y que fue el padre de sus hijos Charles, su primogénito que ahora vive en Sudáfrica después de haberse separado de su esposa con quien había vivido en Australia, y a Lauren, hasta que desapareció, tan repentinamente como había aparecido. La investigación de su desaparición corrió a cargó de la policía militar, y por entonces es cuando conoció al teniente Thomas Donaldson que no ocultaba la atracción que sentía por ella... Bruscamente Amy regresa de sus pensamientos y recuerda que Lynne Campbell le ha devuelto la cajita que se había dejado en el coche. Sophie llora al abrir la caja y volver a tener en sus manos la carta. Una vez arreglada para ir a la emisora, se da cuenta que se le ha hecho muy tarde, pero por suerte encuentra a Sapo quien le acerca hasta a la emisora. La radio del coche está puesta y escucha con desolación que una voz repite las palabras con que ella saluda cada viernes a su audiencia.
Oír esas palabras, hace vomitar a la chica, ante el enfado de Sapo, que al haber la lamentable apariencia de la joven, le propone el regreso, a lo que ella se niega. Al llegar a la radio, comprueba que Escobedo, ante su tardanza, está emitiendo un programa anterior ya grabado. Sophie, tras disculparse por la tardanza, explica a Carlos Escobedo que la cena de la víspera era de trabajo, mientras que la del director de la emisora no era tal. Él lo niega; siempre está trabajando, dice, y ella le inqiere sobre el asunto, a lo que él contesta que hablaron acerca de minerales. Esta respuesta dispara las alarmas en Sophie que une la palabra minerales al cadáver de Edward atravesada su garganta por una amazonita. Carlos percibe la tensión de la chica, y decide que se la tiene que llevar de allí, pero ella intenta aprovechar la situación y da el paso definitivo para conseguir acostarse con el español, y le llega a pedir que graben un programa mientras hacen el amor. A todas sus pretensiones se niega Carlos que argumenta que sólo le haría daño una relación con él. Sophie se siente rechazada, cree que no es lo suficientemente atractiva para el hombre que tanto desea. Se siente desbordada interiormente y de madrugada explota y, a gritos, solicita a su abuela que revelen a los militares el lugar donde está el mineral que tanto desean. Ya no puede vivir con tanta tensión, alguien tiene que saber de su poder. Pero Amy se niega en redondo a ello, pues así se lo prometió a su hija. Sólo el sonido de la vieja melodía procedente de los labios de su abuela, tranquiliza a Sophie.
Pero a la mañana siguiente, sábado 17 de julio, la muchacha había cambiado de opinión. No era el momento de regresar. No podía faltar a la cita. Se levantó decidida. Si Carlos la había rechazado durante la noche anterior, Jack no lo haría aquel día. Antes de acudir a su casa, donde habían concertado el encuentro relacionado con los asuntos tratados en la cena de la víspera, Sophie se preparó a conciencia para seducir a un hombre. Al ponerse los zapatos de tacón, el dolor del pie se hizo insoportable, como siempre ocurría cuando se calzaba de ese modo. No pudo evitar recordar el accidente, cuando con tres años, introdujo su piececito en una zanja del bosque de Hilwood, donde paseaba acompañada por sus padres. Después vino la operación que según los doctores había sido un éxito. Reconstruyeron como pudieron los tres últimos dedos, quedaron como pequeños guisantes insensibles y delicados, sangraban con cualquier calzado distinto a esas tremendas botas ortopédicas y varoniles. También recordó todo el proceso doloroso de la rehabilitación. Pero pronto se recuperaba y había decidido que Jack Donaldson, el odiado jefe, caería bajos sus encantos femeninos. Estaba muy cansada: la investigación que no concluía y no paraba, la muerte inútil de Edward, el rechazo de Carlos... Tenía, a esas alturas mucha información, nadie a su alrededor, ni ella misma, era trigo limpio. Antes de llegar a casa de Jack compró unos scones recién hechos. El desayuno sería por todo lo alto.
Entretanto, después de haber ampliado las fotografías que sacó del cuaderno de Sophie, Deborah estudia cada una de sus páginas con absoluto detalle buscando lo que cree debe estar allí. Pero nada, no encuentra nada. Su corazón, sin embargo siente la congoja y el dolor. A pesar de jugársela profesionalmente, a pesar de que no sabía cuánto podrían aguantar los de la Compañía de Seguridad Privada Purplestone, ella estaba tranquila, porque la persona que más quería, Sophie, estaba saliendo airosa de un trance como el que vivía. Al mismo tiempo en otro punto de la ciudad, James Smith, el profesor de la Facultad de parapsicología, se cruza con un hidú que lleva un sitar al hombro. Por alguna razón se le ve feliz.
A la misma hora, más o menos, Persis entra en la habitación del geriátrico donde está el nonagenario Winston Hutton, tío de Ian. En la conversación que se desarrolla entre ambos se descubre que ellos, así como Deborah, pertenecen a Purplestone, que de allí partió la orden para asesinar a Edward McCulligham y que la copia de la carta de la Lauren Joyce dirigida a su hija, debe ser entregada a la detective. Esta carta y la audición de la música de Bach, provoca que el anciano revele al joven Persis que Hermann Meyer actuó como miembro del MI5 durante la II Guerra Mundial, y que gracias a él, el servicio de inteligencia británico, pudo acceder a la cartera de Himler que robaron cuando éste estaba de visita en el Monasterio de Monserrat, Barcelona, a la búsqueda del Santo Grial...
Entretanto, en la casa de Jack Donaldson, mientras se escucha música de Miles Davis, Sophie duda sobre si seguir adelante con la idea que le había llevado hasta allí. Cuando la aproximación del hombre parece no tener marcha atrás, suena el teléfono de la joven. Se trata de la abuela que le comunica la presencia de la policía y que están registrando su habitación. Mientras toma un taxi, en El viejo Diván, Carlos Escobedo se entera (tras la lectura del Edimbourgh Post) que alguien del periódico, con titular a cinco columnas y foto a todo color, ha identificado a la Dama de la Callejuela con Deborah Sullivan. Cuando Sophie llega a su casa, y tras una breve conversación, el teniente Scout, detiene a la joven acusada del asesinato de Edward McCulligham.
A la mañana siguiente Jack Donaldson, a bordo de un coche que cruza la ciudad a toda velocidad, habla con su abogado, un tal Stevens, a quien exige que Sophie salga de la cárcel sin cargo alguno, aunque para ello tenga que sobornar a la policía. Al mismo tiempo, consciente del peligro que corren la chica y su abuelo, ha previsto para ellas una salida hacia Osaka de ambas. Intenta hablar con Deborah, cosa que no logra. Al llegar a casa de Amy, desde la puerta, y tras percibir un intenso olor a tabaco, escucha a alguien  hablar por teléfono, comunicando que Amy parecía estar muerta.
Al entrar en la casa, Jack recibe el brutal impacto de un puñetazo que le deja inconsciente. Cuando despierta, entre nebulosas, percibe que se encuentra en un lugar desconocido. La violencia se masca en el ambiente. Intenta levantarse y no puede. De pronto, aparece su padre, Thomas Donaldson, que también tiene intereses en todo lo que está sucediendo. Tras una conversación en la que Thomas se burla de todo lo relacionado con los rumores acerca del Grial y presume de sus ancestros relacionados con los verdaderos descendientes de Cristo, revela que Amy está ingresada en el Royal Hospital Victoria, y, en apariencia, fuera de todo peligro. Sophie ha salido de prisión, después de que algún desconocido con acento extranjero haya pagado su fianza. La conversación queda truncada, ya que Thomas recibe una llamada de alguien que con acento extranjero sólo ha pedido que le transmitan una frase:Bruce’s Mines.
Entretanto, en el hospital, Sophie asiste al despertar de Amy de la anestesia, pues su abuela ha tenido que ser operada para reducirle la fractura de clavícula que ha sufrido. En el duermevela de este despertar regresa al sueño que le lleva al momento en que habla a solas por primera vez con Hermann en el granero de su casa y allí le descubre, transmitiendo con un aparato de radio y anunciando a la chica que era entonces que al día siguiente, 6 de junio de 1944 se decidiría el final de la guerra... Y de ese recuerdo pasa a otro, unos años más tarde, en que en el mismo lugar, se besa apasionadamente por vez primera con quien luego sería su marido.
Lo que importaba a los médicos era la razón que le había causado la caída y la posterior rotura ósea: un gravísimo problema cardiaco. Cuando Amy despierta de la anestesia, resume a Sophie los secretos que explican su vida hasta entonces. La desaparición de su abuelo Herman tiene que ver con una persecución que los servicios de inteligencia británicos hacen sobre antiguos desertores alemanes, pues estos conocen sus métodos ilegales y sucios. Como los padres de Sophie eran expertos parapsicólogos con diversos dones, un grupo paramilitar denominado “Purplestone” irrumpió en sus vidas intentando chantajearlos para que colaboraran en labores de espionaje, temas turbios e ilegales. Pocos meses antes de su desaparición, en las minas abandonadas de Culross hallaron un yacimiento de piedras preciosas. Aunque ocultaron la información, los paramilitares localizaron el yacimiento y consiguieron la apropiación y explotación de los minerales, creando una red de tráfico de piedras preciosas que usaban de tapadera para asuntos corruptos e inmorales, uno de ellos y de los más importantes, la fabricación de armas muy potentes. Creían firmemente que los padres de Sophie sabían más de la cuenta y por ello los secuestraron, aunque no se sabe aún si los han matado o los tienen retenidos obligándoles a trabajar para la organización. En poco tiempo Amy se dio cuenta que a su nieta le gustaban los mismos temas de parapsicología, e incluso que tenía una intuición más agudizada y certera que ellos. Los últimos años que los padres vivieron con ellas fueron muy duros, y todos temieron por la vida de la niña, por eso le contaban historias de brujas perseguidas y atadas a carros, con el objetivo de meterle miedo y apartarle de todo este mundo. Quizás esos cuentos sean los culpables de sus pesadillas sobre persecuciones, pesadillas que mezcla con el suceso vivido en ese callejón, donde intentaron torturar y sonsacar información a sus padres delante de sus ojos. La abuela intenta convencer a Sophie de que no pudo hacer nada para defenderlos. Y antes de caer desmayada, lo que provoca la rápida intervención de los médicos, le revela que Thomas Donaldson ha sido su valedor durante todos estos años llegando a financiar sus viajes y le dice, por fin, que se apoye en Jack Donaldson que, sin duda, la protegerá; pero sobre todo le ruega que abandone lo más rápido que pueda Edimburgo.
Pero Amy no logra superar la nueva crisis cardíaca y fallece.  Durante el entierro de su abuela en el cementerio de Cramond, Sophie se explica y revive el tremendo instante que padece durante su encierro en la comisaría de Edimburgo, cuando recibe la visita de un médium que con ferocidad introdujo sus dedos en la parte íntima de Sophie tanteando, buscando, también en su mente, cualquier resquicio de debilidad que le que permitiese colarse por la tupida red que protegía los pensamientos de Sophie. El médium intentaba forcejear con las mejores armas que manejaba con su escasa capacidad, pero no logró nada, por el contrario, fue ella la que logró percibir algunas cosas en la mente de aquel médium tan mediocre, del tipo para el que ya había sido adevertida por James Smith. Durante el forcejeo la joven encuentra en su memoria unos versos que había escrito en cierta ocasión en su cuaderno y que recita en español al oído de aquel hombre: "He contemplado a un hombre marchitarse en el relámpago esta alborada. Coincidencia entre la simiente y el grano en semejanza que se agosta". Cuando escuchó estas palabras el medium huyó despavorido. Después de dejar una rosa sobre el ataúd, Sophie susurra a Deborah la existencia del unicornio en Culrross.
Al viernes siguiente, Sophie, acude a la emisora y frente a la atenta mirada de Escobedo inicia su ritual de cada semana. Sin embargo, nada más quitarse la blusa cambia de criterio. Sus palabras se hacen diferentes. Decide desnudarse ante la audiencia, pero de otro modo, decide descubrirles las heridas de su corazón. Carlos llega a plantearse, incluso cerrarle el micrófono. La joven, tomando como excusa la noticia política en Escocia, donde los líderes independentistas piden que se celebre el referéndum sobre la independencia de Escocia, respecto del resto del Reino Unido, reflexiona y pide ser auténticamente ella misma. Desmiente que la persona fotografiada junto a Escobedo sea La Dama de la Callejuela, pues esta mujer no tiene rostro, sólo voz. Sophie da paso al tema Roots Bloody Roots  de Sepultura. Esto desconcierta a Escobedo quien le discute el camino por el que está llevando el programa e insinúa que quizá no debiera de haber acudido al programa, dado lo reciente de la muerte de su abuela, pero ella le dice que tenía que ir al programa sobre todo para agradecerle a Escobedo que le hubiera sacado de la cárcel, pues eso era más que lo que nadie había hecho por ella en toda la vida. Los acontecimientos de esos días le han cambiado la vida. Y proclama con total convencimiento que nadie le controlará nunca más su vida. Ha decidido dejar de ser Sophie Mathews para ser ella misma siempre. El programa lo despide con una canción diferente a la primera que usó This masquerade de Karen Carpenter. Mientras sonaba su música la joven tomó el bolso y se fue de la emisora, sin más.
Al salir de las instalaciones de Radio Britania, Carlos Escobedo, como cada noche de viernes se encuentra con periodistas y con curiosos que quieren conocer la identidad de La Dama. Ante ellos desmiente que la persona que salió fotografiada junto a él en el periódico fuera La Dama. Se dirige cabizbajo y recordando su época joven en que se dedicaba a la colombofilia, hacia el El Viejo diván. Durante el paseo piensa que el programa, dada la nueva actitud de Sophie se le puede ir de las manos y acabar en cualquier momento. Intuye que ya no podrá manejar a la joven, que será ella la que decida por dónde irá el rumbo. Es más, intuye que acabará por acercarse en exceso a esa mujer. Al llegar al bar, Walter está a punto de cerrar, pero aún queda un tiempo para una charla y una copa con un viejo cliente. El camarero se da cuenta de que ha sido un día malo para el español. La conversación deriva hacia el entierro de Amy, ya que ambos estuvieron allí. Escobedo intenta sacar información sobre Jack Donaldson al barman, quien se extraña de que el español no lo conozca. Al final Carlos propone a Walter un paseo por las zonas menos conocidas y misteriosas de la ciudad.
Mientras se produce este paseo, Sophie, regresa a su casa y allí se decide a rememorar el paso de una semana que ha sido clave para emerger como una nueva persona más fuerte, más libre, más decidida. Gracias a la intuición y gracias a su capacidad para detectar en los aromas realidades ocultas, descubre que Deborah leyó su cuaderno sin haberle dicho nada. Esto le hace comprender que quizá no sea tan buena amiga como parece ser.
Entre tanto Walter y Escobedo pasean por Edimburgo. Tras tomar unas copas y revelar ambos que su infancia ha sido dura y sacrificada, el camarero lleva al español a una casa un tanto alejada de Edimburgo. En ella se encuentra con Thomas Donaldson. Durante la conversación se revelan interesantísimos secretos. El ex militar británico revela a Carlos que saben todo sobre su vida: que no es español, sino argentino y que comparte abuelo con Sophie, ya que Herman Meyer, antes de la guerra se había casado con Ann Hoffman (hija del general Hoffman quien, además de suegro de Herman actuó como su valedor en la SS), con quien tuvo una hija, Sophie Meyer Hoffman. Por otra parte confriman que fue él, quiern robó la cartera a Himler y que se descubrió que Santo Grial y Atlántida, en realidad eran palabras claves que ocultaban los conceptos de tesoro robado a los judías durante el holocausto y salvar el III Reich respectivamente. Así el fabuloso tesoro sería la base para poner en pie el IV Reich. Pero Hoffman y Meyer no tenían las mismas intenciones y querían hacerse con el tesoro a toda costa. Fue Meyer quien escondió este tesoro y Amy, quizá tuviese las claves para acceder a él. Pero fue el trío formado por Winston Hutton, el coronel O'Rourke (padre de Walter),y el propio Donaldson conocían tal intriga y fueron quienes hicieron desaparecer al abuelo de Sophie, a quien retuvieron, hasta que se les escapó después de haber asesinado salvajemente a O'Rourke. Tras estas revelaciones, Escobedo relata el resto de su historia. Efectivamente su abuela y su madre se refugiaron, como tantos otros nazis después de la guerra en Latinoamérica, en concreto en Argentina y Sophie se casó con el ambicioso militar Gonzalo Escobedo que procuró una esmerada educación diplomática a su hijo Carlos. Por boca de Donaldson, sabemos que el padre de Escobedo formó parte de la operación Cóndor que con la complicidad de la CIA, intentó limpiar Latinoamérica de “peligrosos intelectuales subversivos” durante la Guerra Fría. Por esta relación con la CIA conoció a personajes sin escrúpulos con quien realizó sustanciosos negocios; estos americanos fundaron años más tarde la organización paramilitar Purplestone. Carlos Escobedo niega cualquier relación con esta organización. Donaldson le cree y propone un pacto entre ambos para enfrentarse a esta poderosa organización.
A la semana siguiente, poco antes de que Sophie salga para el trabajo, Jack Donaldson se presenta en su casa. La semana transcurrida le ha hecho reflexionar hondamente sobre sus propios sentimientos y el comportamiento de su padre que apareció imperturbable ante el ataúd de su ex amante. Todo ello le lleva a revelar a la joven los secretos que conoce sobre las intenciones de su padre respecto de su abuela, y su relación con el MI5, con Purplestone, el doble trabajo de Deborah. Sophie desconfía ante tanta revelación de secretos y pregunta el motivo de ello, y Jack le ofrece un pacto, un pacto exclusivo entre ellos, un pacto en que tienen que compartir toda la información e ir unidos en todo el asunto. Sophie acepta la propuesta, al menos en principio.
Jack acude a casa de Sophie. Antes de ello asistimos a una reflexión en la que partiendo de la frialdad que ha mostrado su padre durante el entierro de la abuela de Sophie, a pesar del amor que se tuvieron, desvela la relación entre padre e hijo que pasó de ser inexistente a convertirse en la de un colega de negocios, juegos y juergas, hasta que el hijo se emancipa con el beneplácito paterno. Las muertes de Edward y Amy erosionan el pensamiento de Jack por considerarlas injustas y porque ambas están haciendo daño a Sophie. Ya en casa de la joven le contó lo que sabía sobre Thomas Donaldson, sobre sus intenciones con su abuela, más allá de la relación sentimental, de su relación con Purplestone, con el MI5, le dijo qué buscaba, le descubrió el doble contrato de Deborah, aunque de Escobedo sólo pudo contarle que no era lo que parecía, sino mucho más. Nada parecía sorprenderla, simplemente las piezas encajaban y sus neuronas empezaban a conectarse en sincronía. Tras unos segundos de silencio. Sophie le inquiere sobre los motivos de la revelación, si es que él también el mineral o sólo sexo. A pesar de sus ganas por poseerla, logra dominar sus deseos y se sincera con ella, reconociendo que siente mucho deseo por ella y que sabe que le resulta repulsivo. Según sus palabras, se conformaría con que creyera todo lo que le ha dicho, porque según él, Sophie está sola. La chica reconoce que es así que está sola, y parece ceder a la iniciativa de Jack que le propone una alianza entre ambos, exclusiva y absoluta. Y parece acceder para ganar tiempo y terminar por averiguar las verdaderas intenciones de Jack. Porque para fiarse de él, aún debía convencerla con alguna prueba más, a pesar de las promesas que le hace Jack de facilitarle toda la información de la que dispone o de la que pueda disponer.
Sin embargo Sophie deja claro que lo que ambos buscan son cosas completamente diferentes. Ella quiere descubrir el paradero de sus padres, vivos o muertos. Jack tiene otras pretensiones, ansia de poder y riqueza. Su jefe afirma comprender que desconfíe de él, ya que sólo le conoce como jefe de una empresa, pero argumenta que la mejor prueba de su sinceridad es que ha contado todo lo que sabe, incluso a pesar de traicionar a su padre, renunciar a sus principios. Todo para tener una oportunidad con ella, teniendo en cuenta que ella sola no se puede enfrentar a enemigos tan desalmados y sin escrúpulos. Sophie comprendió que Jack estaba en lo cierto, ella no podría enfrentarse a todos: Purplestone, MI5, los que estaban detrás de las piedras, incluso Deborah… Observó la hora y comprobó que el programa de radio estaba terminando. No tenía sentido marcharse y dejar la conversación en estos momentos, así que decidió hablar con más detalle. No se fiaba de Jack, pero algo tenía que darle, algo significativo para ella. Cogió la caja y acarició la tapa con cuidado delante de Jack, quien comprendió que aquella caja contenía mucho más que pruebas, se trataba de algo más profundo y vital para Sophie. Sophie fue mostrando, una a una, todas las cosas que contenía. La carta de su madre, reliquias, recuerdos de gran significado, sobre todo el péndulo. Cuando lo cogió y apretó una imagen difusa apareció en su mente. Un fogonazo rápido que le llevó a un lugar rodeado de rocas con insólitos colores y de una gran belleza. Su rostro se transformó, Jack se asustó al comprobar que su cara había cambiado, pero Sophie se repuso a tiempo, porque no quería revelarle a Jack sus dotes de visualización. Aprovecharse de ese poder de visualización era el arma para llegar a sus padres, la clave para conocer su paradero. La duda de la honestidad de Jack continuaba. Siguió separando los pequeños objetos, hasta que dio con un trozo diminuto de pergamino que construyeron entre ella misma y su padre. Su padre había dibujado en él un mapa que nunca entendió pocos días antes de su desaparición. En el se distinguían seis letras claramente dispersas, cada una situada estratégicamente, coronando una serie de colinas que mostraban una forma concreta: “u”, “r”, “p”, “l ”, “e ”, “ p ”. Inmediatamente la palabra “purple” se adivinó delante de sus narices, probablemente quería señalar un lugar relacionado con la organización: “Purplestone”. Las colinas representaban en esquema un lugar, quizá donde estuvieran sus padres. No eran las colinas que rodeaban las minas de Culross, estaba segura, su disposición no coincidía con las del dibujo. Sophie no conocía el lugar que en esquema se representaba, pero en cuanto Jack lo vio, intuyó que era una representación de varias islas del Fiordo de Forth y la flecha señalaba la base naval abandonada de Rosyth. Sin embargo oculto todo lo que supuso a la joven.
Carlos, entre tanto, guardaba la esperanza de que apareciera en el programa y que todo volviese a ser como antes. Por eso, cuando supo que ella no vendría sus mandíbulas se tensaron en una primera reacción de rabia. Pero se rehizo y preparó a toda velocidad el programa de esa noche. Con el tiempo en su contra, seleccionó la música y las intervenciones de Sophie que consideró más interesantes. Excusó la ausencia de Sophie y comenzó la emisión de fragmentos y música de programas anteriores. Al mismo tiempo, cuando Jack marchó, Sophie sintió de golpe todo el malestar que durante ese día había estado luchando por tomar el dominio de su cuerpo. Sólo tenía fuerzas para tomar un vaso de agua e irse directamente a dormir. Padeció pesadillas. En una de ellas, un hombre que no reconoce, conduce un barco de motor a gran velocidad. Se desliza a través de un pasillo de pequeños témpanos de hielo a punto derretirse y entre aguas transparentes en las que se pueden divisar numerosos animales marinos que nadan casi al ras de la superficie. A pesar de la velocidad y con el miedo que siente Sophie porque sean dañados, el conductor del barco sortea con gran destreza los obstáculos sumergidos. En otra pesadilla, Sophie está en la sede de Radio Britannia donde comparte mesa de grabación con más gente. Cuando llega su turno no puede hablar. No le queda otro remedio que enmudecer, y le escuece la piel de todo el cuerpo. Se mira y está desnuda, cubierta de pequeñas manchas oscuras y protuberantes que afean sus piernas, su espalda, sus pechos. Se lo muestra a Carlos quien parece darle la mayor importancia, al contrario, la recrimina por su escasa intervención en el programa. Las manchas negras se van extendiendo a la par que crece un dolor intenso, insoportable, salido de sus entrañas... A la mañana siguiente Deborah, llama a Sapo que ha estado toda la noche vigilando la casa de Sophie. La joven no ha contestado las llamadas de la detective, pero Sapo asegura que no la ha visto salir. Cuando Deborah llega, deciden entrar en la casa donde encontraron a Sophie en la cama, prácticamente inconsciente aunque con vida. Horas después, en la sala de espera del Hospital Jack y Deborah, compartían juntos las desesperantes horas que precedían al pronóstico que pudieran darles sobre el estado de Sophie. Ambos se observaban de refilón y descubren con recelo en el otro una sincera preocupación. Sus rostros era el espejo de sus almas. Se produce un tenso diálogo entre ambos en el que cada uno echa en cara al otro haber usado a Sophie por razones nada claras. Pero esta tensión se rompe, puesto que un médico, después de preguntar por los familiares de Sophie, les informa a ellos sobre su estado de salud que se ha complicado, por la falta de cura de una herida reciente causando una infección que ha pasado a la sangre. Por suerte la paciente ha reaccionado bien a los antibióticos, y si todo sigue como esperamos, hay cierta esperanza de que se recupere.
A Deborah no le pasó desapercibido el detalle de la presencia de una herida que ella no había visto en los días en que estuvo Sophie en su casa. Ni tampoco la joven había comentado nada al respecto. Pero el médico asintió en silencio y calló, porque si ambos eran amigos de Sophie y no les había comentado nada o no eran amigos tan íntimos, o había una razón obligaba a permanecer en silencio. Un desgarro vaginal no se produce de cualquier manera. Ya que tenía ante sí a ambos, decidió sondearlos. Jack se apartó del diálogo, se acobardó y dio a entender que no había visto a la chica desde el entierro de la abuela. Al escuchar esta referencia, el doctor Greyland recordó que una enfermera de su equipo había reconocido a la paciente. Y aprovechando esas palabras se interesó sobre la relación que existió entre abuela y nieta, y al mismo tiempo interrogarles a ambos sobre si conocían de algún suceso que pudo poner a Sophie en situación delicada. Pero ambos se callaron, pues no quisieron revelar lo que sabían delante del otro, excepto que Deborah dejó bien claro que la persona a quien Sophie llamó una vez muerta la abuela fue a ella. Pero no pudo decir nada más, puesto que el doctor hubo de atender un aviso en su busca. Por un momento pareció que Sophie había empeorado, pero al ver que el doctor tomaba otra dirección, Jack propuso un almuerzo rápido a Deborah, cosa que Deborah le echa en cara, y que Jack no está dispuesto a soportar, por lo que le recuerda su verdadera situación de empleada. Vuelve la tensión entre ellos, y Jack demuestra su posición de aparente poder respecto de ella. Pero en apariencia, la mujer cede. Aunque salió en dirección contraria, el doctor Greyland en realidad se dirigía a la habitación de Sophie, pues desde allí le llamaban. En su opinión profesional, y a pesar de la tardanza, habían llegado a tiempo. Desde que se descubrió la razón del cuadro infeccioso, el doctor Greyland se preguntaba por qué Sophie no había acudido a un médico y si había sido víctima de una agresión sexual, por qué no había denunciado. Después de hablar con ella, y explicarle los riesgos que había corrido, la joven decidió que debería descubrir y denunciar al medium que había entrado en la celda, pero para hacerlo necesitaba de Escobedo, que fue quien pagó su fianza. Cuando entró en la habitación, se encontró con que Sophie había despertado. Cuando Deborah y Jack vieron aparecer a Carlos Escobedo por el el hospital, no daban crédito a sus ojos. Jack pensó que toda la conversación de la víspera no había servido de nada. Deborah se sintió peor. Después de la muerte de Amy, y de aquellos días que transcurrieron en su casa, no podía sospechar aquel desprecio.
Escobedo se percató de la presencia de Jack y Deborah. Ignorándolos se enfiló hacia la recepción. Deborah reaccionó precipitadamente y se acercó hasta él para impedirle el paso. Ambos permanecieron inmóviles como estatuas. Carlos no contestó a Deborah y ésta, después de comprender que no estaba en condiciones de mantener una conversación tras la tensión que había sufrido con Jack se apartó de su camino con la seguridad de que pronto se encontraría con un nuevo escenario más propicio. Cerca de ellos y a punto de tirar del brazo de la detective permanecía Jack, mordiéndose sus ganas de intervenir y mirando de forma amenazante a Carlos. Éste se dirigió al mostrador y preguntó por la enferma. La chica encargada conocía al hombre y le informó de que Sophie tenía las visitas restringidas. Pero dio lo mismo, con sus habituales dotes de seducción, obtuvo la información que precisaba y de paso supo que quien atendía a Sophie era su viejo conocido Greyland. Desde hacía un tiempo, Escobedo contribuía económicamente con el programa de investigación del área neurológica del Hospital Spiritew de Edimburgo, que trabajaba en novedosas técnicas de desarrollo cerebral mediante una línea de estudio de parapsicología. Sus aparentemente desinteresadas contribuciones económicas eran fundamentales para el éxito de esas investigaciones. Un notable equipo médico internacional trabajaba discretamente en el proyecto, tanto en el propio hospital, como remotamente desde diferentes países. Los nuevos avances y tecnologías en la comunicación habían hecho posible lo impensable hacía menos de una década. Los primeros estudios concluían que mediante estímulo químico inorgánico de ciertos minerales sobre cerebro, existían algunos individuos predispuestos a desarrollar percepciones extrasensoriales. Estas capacidades quedaban manifiestas en alguna resonancia y scanners cerebrales de altísima gama, como los disponibles en el área neurológica del Hospital Spiritew. Carlos terminó de subir hasta la tercera planta, donde escuchó que Greyland le llamaban por su nombre desde el final del pasillo de la planta. Ambos estrecharon sus manos y lo acompañaron con un abrazo, señal inequívoca de algo más que una simple amistad. El doctor reconoció que esperaba a Carlos, aunque no tan pronto. El médico estaba extrañado de que Escobedo también estuviera involucrado en este asunto. Carlos le revela que Sophie es La Dama de la Callejuela, y que es la candidata perfecta para el programa.
Ante esta información el médico se alegra y pregunta si la joven sabe algo del proyecto. Lo que Carlos niega, y al mismo tiempo, pretende utilizar al médico para que sea quien informe y convenza a la joven para que participe en él. El doctor Greyland le recuerda que él es internista, y sería más lógico que la propuesta naciera del departamento de neurología. Pero el argentino le pide que presione a la chica. Los de Purplestone han sabido que ellos han encontrado las vetas de ópalo y amatista cerca de Culross… y si se adelantan antes de que sean capaces de demostrar su potencial para la inteligencia militar, no podrán ser los primeros y no encontrarán el comprador idóneo, aunque posean la tecnología de hibridación. Al mismo tiempo Jack y Deborah siguen discutiendo, en este caso por la causa de la aparición de Carlos Escobedo en el hospital. No se lo explican y cada uno tiene una idea. En ningún caso coincidente con la verdad. De hecho, Jack dio media vuelta y regresó sobre sus pasos. Carlos Escobedo salía en esos momentos de la habitación. Escobedo detuvo a Donaldson, cuando éste pretendía entrar en la habitación. Pero Jack hace caso omiso de la pregunta y pretende seguir adelante. Carlos le para y le dice que Sophie no quiere verle. Después de una agria discusión, Deborah, señalando con un gesto de la cabeza a un enfermero que se acercaba, consigue parar el conato de pelea. Sophie tuvo que convencerse de que no tenía fiebre, de que Carlos realmente había estado sentado en el mismo borde de su cama, que parecía intranquilo por ella, que le había cogido la mano, que le había prometido que no tendría que preocuparse por nada, que todo saldría bien. Carlos había acudido a su llamada y había sido tan solícito y amable que aún se pellizcaba para asegurarse de que no había sido un sueño. Pero la entrada del Dr. Greyland acompañada de la doctora Mc Dougall, la sacó de sus ensoñaciones. Tras las presentaciones la doctora fuera directa al grano. Le explicó que el Hospital Spiritew estaba inmerso en una investigación pionera en el campo de la neurología aplicada, un proyecto único y revolucionario, con implicaciones vitales en el desarrollo de técnicas diagnósticas y de tratamiento. Sophie preguntó por qué se habían interesado en ella. A lo que se le respondió que se debía a que encajaba en uno de los grupos: mujeres de 25-34 años, raza blanca, sin patologías crónicas, estudios medios-superiores y nivel socioeconómico medio-alto. Al final del diálogo se revela el contenido de la prueba. Se trataría una resonancia cerebral bajo determinadas circunstancias de estimulación tras la exposición a la influencia de ciertas sustancias inorgánicas, en ambiente controlado con el fin de medir la influencia que tienen en sus capacidades cognitivas y sensoriales… Sophie no podía seguir escuchando ella necesitaba saber de qué sustancias se trataban. Algo en su interior la estaba poniendo alerta. La imagen del esbirro que la violó en el calabozo se le representó, vívida, espantosa. Grito pidiendo irse de allí. No toleró que nadie le pusiera las manos encima, incluso tironeó de los sistemas hasta sangrar. Hasta que Greyland le aseguró que no tenía por qué hacer nada que no deseara, pues sólo se trataba de una propuesta. Las laceraciones en su cuerpo y en su alma se recrudecieron, sintió cómo la desgarraban de nuevo, el dolor por la muerte de su abuela, la sensación de abandono por parte de todos, la incertidumbre, el miedo. Cuando quedó sola en la habitación no dudó en marcar el número de teléfono de Escobedo, pidiendo que éste viniera pronto. Donaldson, sin embargo no se resignaba. Pensaba que Sophie no veía el peligro que corría en manos de Escobedo. El pacto que hiciera con ella fue, a todas luces, fallido, falso. Rebobinaba lo sucedido ese día en su casa y no lograba entender dónde estuvo el fallo. Tal vez Sophie percibió su avaricia, por más que quiso encubrirla. Por la mente de Donaldson desfilaron recuerdos del día que la conoció en casa de su abuela, tantos años atrás. Thomas Donaldson nunca pudo sacudirse de encima el amor que sentía por Amy, su necesidad de tenerla cerca, aunque fuera de forma esporádica, aunque sólo fuera para presentarle sus respetos por la pérdida que acababa de sufrir. Jamás se desvinculó de ella y, a raíz de la desaparición de su hija, su presencia se hizo más constante, procurando que nada le faltara, que supiera que podía contar con él. Jack había acompañado a su padre porque éste se empeñó en hacerle entrega del documento por el que la convertían en socia de uno de los negocios familiares. Jack estuvo a punto de romper sus relaciones con su padre, indignado por tener que compartir parte de su fortuna con la mujer que competía con su madre. Pero Thomas se las ingenió para compensarlo a cambio de que se mostrara flexible y lo apoyara frente al resto de los socios. Le entregó el 51% de las acciones de Donaldson Industries S.L. fue más que suficiente. Recordaba perfectamente la sorpresa de la mujer, las palabras de su padre, el pequeño tira y afloja entre ambos hasta que ella cedió y se dejó hacer el regalo de una vida de seguridad económica. Y la mirada de su nieta, callada y expectante, alejada de ellos, toda grandes ojos verdes. Al fin, Jack aparcó el todoterreno fuera del sendero. Unos metros más allá se encontraban los restos de un refugio de caza, donde le esperaba uno de sus hombres. Desearía haberse puesto en camino hacia el Fiordo de Firth, al lugar donde suponía que marcaban las instrucciones que John Matthews había dejado a su hija, en forma de juego infantil, pero las pesquisas que comenzara tiempo atrás en los alrededores de Culross parecían haber culminado con éxito y eso era prioritario. Pero no eran los primeros en llegar. El hombre le mostró las fotografías que había sacado del lugar. Apenas podría decirse que en esos parajes se encontrara la entrada a unas minas. La vegetación era espesa y el terreno abrupto, pero el teleobjetivo mostró señales de actividad humana. Lo intrincado del paisaje justificaba que no lograran dar con ellas. Habían trabajado en esas rocas. El hombre de Donaldson se había acercado a estudiar el terreno y había descubierto la entrada está sellada con hormigón y acero, perfectamente oculta con la vegetación y las rocas. Y más, los terrenos, que pertenecían al municipio, ahora tienen nuevo dueño: Geosync, que parecía una empresa salida de la nada. De pronto encontró una fotografía discordante. La imagen del hombre se hacía más nítida. Se trataba de Escobedo y Donaldson temió por Sophie. De inmediato corrió hacia el coche para regresar a la ciudad. Tenía que neutralizar a Deborah y a Escobedo. A toda velocidad.

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18 comentarios:

Verónica O.M. dijo...

Buen resumen para no perderse, en el relato.
Me ha llamado la atención, que al estar nerviosa se le acentue la cojera; por medio de comentarios, me he llegado a dar cuenta, cuando las personas que los escriben lo están o tienen alguna preocupación.
Feliz noche
Un abrazooo

Amando Carabias dijo...

Pues he cometido un error, pero bueno, ya está. Así quien lea el capítulo al que faltan pocos minutos por aparecer sabrá lo que viene detrás...
Gracias por tu atención

Anabel dijo...

Gracias, Amando, no sabes el favor que me haces.

Este apartado y el del cuadrante donde se ven los capítulos y sus autores está muy bien, es muy práctico.

Saludos,

Anabel, la Cuentista

Igor dijo...

Un buen pedazo de literatura, sí señor.
La sensación de amenaza latente está muy conseguida.

Marcos Alonso dijo...

Amy es la abuela materna? No lo sabía, es que me parece un buen dato. Las relacón entre la pareja puede que no fuese muy cordial y ahí siempre está la madre o suegra, seguro que sabe mucho, para callar, para proteger a uno de ellos. También puede contar mucho de la pareja... aunque Eddy tiene mucho que decir también, uff esto se complica, pero se hace más interesante.

Amando Carabias dijo...

Por un momento he dudado. Pero mira: "Sophie empezó a sufrir ataques de asma e incluso su cojera se acentuó tanto que tuvo que llevar muletas una temporada. Amy, la abuela materna, llegó (...)."
Efectivamente es un buen dato.

Flamenco Rojo dijo...

Lujo asiático...Este blog tiene lujo asiático. No le falta ni cortinas ni lamparas ni cuadros...tiene de todo.

Flamenco Rojo dijo...

Se me olvidaba dar las gracias a los arquitectos e ingenieros de la obra.

Besos y abrazos.

Ángeles Hernández dijo...

Es la segunda vez que leo el resumen (la 1ª al unirme a vosotros) y creo que no falta nada.
Se trata de una ayuda para no ter que leer de nuevo todos los capítulos o para quien reengancha a la mitad ya que conserva la estructura original de los capítulos.

Otro tipo de resumen sería más bien una sinopsis quizás más adecuada en otro contexto.

Abrazos: Á, comentarista (nada más, nada menos).

Mercedes Pinto dijo...

No había leído el resumen hasta ahora, pero hoy he tenido la necesidad; será por mis días de ausencia que me he sentido algo perdida.
El resumen es perfecto y clarificador, todas mis dudas ha sido despejadas y he refrescado la memoria.
Una idea genial esta de actualizar el resumen.
Muchas gracias.

Ana J. dijo...

Me ratifico en el gran trabajo de recopilación que haces en este Hilo de Ariadna, Amando. A veces es necesario recordar algún detalle y es genial tenerlo todo a mano. Gracias.

Ana J. dijo...

Y YA VAN CASI 7 PÁGINAS DE RESUMEN, SIN CONTAR EL ÚLTIMO CAPÍTULO!!!
Aún falta que escriba FranCo y yo ya estoy de los nervios. No hago más que darle vueltas p'arriba y p'abajo a este Hilo de Ariadna para ver si no se me escapa ningún detalle importante. Y hay tantos...
En fin, gracias de nuevo, Amando

Anabel dijo...

Voy a tener que tomar apuntes, hacer esquemas, poner en fosforito...

Sois la leche, no sé cómo podéis retener tanta información y luego hacer capítulos tan bueno y aclaradores.

A mí me falta más que a ti, Ana, y dudo mucho de poder retener tanto dato y seguir tejiendo nuestra particular tela de araña con tan buen punto. Seguro que se me escapa algún punto...

Saludos.

Amando Carabias dijo...

Estoy seguro de que no, que no será así.
Aunque reconozco que juego con ventaja, además de leer los capítulos como vosotras, además de copiarlos a word y además de estudiarlos, los resumo y eso ayuda.
Por cierto me falta actualizar el calendario...

Anabel dijo...

Ay, sí, actualice usted, por favor.

Resúmenes, fechas, documentación...

No sé qué haría yo sin vos.

Gracias mil.

Flamenco Rojo dijo...

Vaya curro que te estás pegando escribidor...

Un abrazo.

Ana J. dijo...

Esto sí que se merece un aplauso!
Y en pie!
No sabes cuánto te lo agradezco.
Un abrazo grande

Amando Carabias dijo...

Flamenco y Ana : No sabéis cuánto os lo agradezco. La verdad es que me está sirviendo de mucha ayuda. Y creo que será básico más adelante.